miércoles, 23 de junio de 2004

Claudio el dios: estudio médico (y II)

Y para continuar, la muerte de Claudio:

Espero, queridos míos, que hayáis conseguido llegar hasta aqui sin dar de cabezazos contra el teclado.

A todo esto, pensaréis, de la intoxicación que se lo llevó de este mundo, no se menciona nada...

Hay que aclarar que no fueron setas venenosas. Fué una gran seta comestible, envenenada artificialmente, como dice Tácito, por la envenenadora "oficial" Locusta, que luego pasaría a trabajar para Nerón. El veneno fue extendido en la seta por el eunuco Haloto, que solía hacer de catador. Por tanto poco importa la clase de seta. Más bien sería interesante saber qué veneno ideó Locusta. Una envenenadora de primera, pues en el reinado de Nerón logró crear un veneno mortal de acción casi instantánea, que llevó a la tumba a Británico tras beber un vaso de vino.

SUETONIO (Claudio, 44) dice:
"Es opinión unánime que murió envenenado, pero existen versiones distintas sobre el lugar y la persona que le suministró el veneno. Aseguran algunos que fue el eunuco Haloto, catador de sus alimentos, cuando en compañía de los sacerdotes asistía a un banquete en el Capitolio; otros afirman que fue la propia Agripina, que en una comida celebrada en palacio le obsequió con una seta envenenada, género de manjar al que era muy aficionado. Circulan también versiones distintas sobre la forma como a continuación se desarrollaron los acontecimientos. Algunos afirman que Claudio perdió el habla tan pronto como hubo ingerido el veneno y que murió cerca del amanecer,después de haber pasado toda la noche atormentado por intensos dolores. Dicen otros que de buenas a primeras quedó aletargado; luego, viniéndole a la boca los alimentos, vomitó todo lo que había ingerido, en vista de lo cual le fue suministrada una segunda dosis, no se sabe si mezclada a una papilla, bajo el pretexto de que estando exhausto necesitaba tomar de nuevo alimentos, o si por medio de una jeringa, haciéndole creer que, empachado por el exceso de comida, se sentiría aliviado con una evacuación de esta índole".

Son muy curiosos también los presagios que Suetonio dice que anunciaban la muerte de Claudio.

TÁCITO (Anales, 12, 66, 67) dice:
"[Agripina] quería algo rebuscado, algo que perturbara la mente y aplazara la muerte. Entonces elige a una experta en tales artes llamada Locusta. [...] Con el saber de esta mujer se preparó el veneno y se encargó de servirlo a Haloto, uno de los eunucos, que era quien solía llevarle las comidas a la mesa y probarlas.
Hasta tal punto se supieron después todos los detalles, que los historiadores de aquellos tiempos cuentan que el veneno se echó en un sabroso plato de setas, y que los efectos del tóxico no se notaron en un primer momento, ya fuera por la estupidez de Claudio, ya porque estuviera borracho. A la vez daba la impresión de que una descomposición del vientre había venido en su ayuda. Aterrada por ello Agripina, y pues se temía lo peor, haciendo caso omiso a los reproches de los presentes, emplea la complicidad de Jenofonte, el médico, a quien se había ganado previamente. Se cree que éste, aparentando ayudarle en sus intentos de devolver, hundió hasta su garganta una pluma untada en un rápido veneno, no ignorando que los mayores crímenes empiezan con peligro y terminan en recompensa".


No os creáis que ha sido fácil, pero después de mirar los correspondientes ladrillos médicos sobre Toxicología, creo que la muerte de nuestro Claudio fue por una toma muy oportuna (para Nerón, sobre todo) de arsénico.

Desde tiempos muy remotos, el arsénico ha sido conocido.

Aristóteles (s.IV a.C) habla del sandarach, sandaraco u oropimente, que es el sulfuro de arsénico (trisulfurato), conocido ya por los griegos, que se encontraba en las minas de oro y plata.

La legislación de Atenas prohibía hablar de los venenos y por eso quizás, Hipócrates habla muy poco de ellos, para que los asesinos en ciernes no se aprovechasen de sus conocimientos.

Dioscórides, en su "Libro de los venenos", habla de la hierba sardónica (porque se encontraba en Cerdeña traída por los cartagineses desde el Norte de Africa), cuyo terrible efecto era el trastornar los sentidos y deformar los labios en un rictus que se ha conocido como "risa sardónica".

Teofrasto, en "Historia de las plantas" y Nicandro en "Alexifarmaca y "Theriaca", hablan extensamente de toda clase de venenos. Galeno, cuando estaba ya en Roma, ataca a los autores antiguos que fueron los primeros en hablar de venenos.

Los griegos conocían toda clase de venenos y no sólo los tradicionales; prueba de ello es que en el Juramento que tenían que hacer sus discípulos, Hipócrates señalaba: "No administraré a nadie una droga homicida o un pesario abortivo". Conocían los compuestos arsenicales.

Demócrito proponía pulverizar, tres veces, compuestos arsenicales en salmuera y azafrán. El arsénico sulfurado lo conocían bien, así como su propiedad de volatilizarse formando arsénico en laminillas de color dorado. Lo trataban con vinagre, dejaban desecar, luego lo mezclaban con sal de Capadocia, lo quemaban y pulverizaban hasta obtener una especie de alumbre como ellos lo llamaban, blanco y compacto (era el ácido arsenioso)

Y el arsénico, que ya lo conocían desde la antigüedad, fue sin embargo el veneno favorito para quitar de en medio a alguien que estorbase, tanto es así que fue llamado "polvos de sucesión", porque se administraba para heredar a algún pariente, o a algún esposo o esposa que estorbase. La ventaja sobre otros venenos es que no tenía sabor ni olor, y de ahí la facilidad de su administración sin que la víctima se apercibiese. Se mezclaba con facilidad con líquidos, bebidas, o con las comidas. Parecía azúcar. Fue llamado "el rey de los venenos". Y fue el arma letal preferida durante la Edad Media.

Los romanos ya conocieron sus efectos mortíferos, por haber muerto accidentalmente con mucha frecuencia los mineros que inhalaban el polvillo que flotaba en el aire al extraerlo de diversos yacimientos minerales.
La tristemente famosa Locusta fue la gran envenenadora romana, que creó una verdadera "academia" de envenenadores con numerosos discípulos, como Comidio, que aconsejaron a los distintos emperadores de quienes fueron favoritos y consejeros en el arte de suprimir a quienes les estorbasen. Se sabe que la madre de Calígula usó de sus consejos para envenenar a su propio hijo. Agripina se sirvió de ella, y lo mismo su hijo el emperador Nerón. Agripina le encargó la elaboración de un veneno para deshacerse de Claudio, y Nerón también recurrió a sus servicios para envenenar a su hermano Británico, pero impacientado éste porque el veneno no producía el rápido efecto que esperaba, Locusta preparó otro de más rápidos efectos, siendo
recompensada generosamente por el emperador romano.

Más tarde, Galba mandó dar muerte a la envenenadora (por si acaso, supongo...).

Mitrídates ensayaba sus fórmulas de venenos, tanto en condenados a muerte, como sobre él mismo. Hizo así notables descubrimientos y se convirtió en un experto en el dominio de substancias venenosas, tanto que no pudo quitarse la vida con ningún veneno cuando llegó el momento de su derrota (Al ser destruído su palacio en Crimea por Pompeyo el año 63 a.C., tuvo que recurrir a uno de sus esclavos para que le diese muerte con su espada). Al expoliar Pompeyo la Biblioteca del palacio, encontró el gran secreto de Mitrídates, la fórmula de la Triaca, que era una mezcla de venenos entre los que figuraba el arsénico.

Mitrídates había descubierto y perfeccionado el procedimiento de la inmunización artificial; es decir, de la seroterapia.
Plinio lo confirma cuando declara que "fue el primero en mezclar a los antídotos la sangre de los patos del Ponto porque viven de animales venenosos".
Cada mañana desde su juventud, asesorado por Crateuas, un experto en venenos que era su consejero, tomaba pequeñas cantidades de diversos venenos para inmunizarse y que no pudiesen envenenarle sus enemigos.
La fórmula de la Triaca había sido inventada por el famoso médico Andrómaco, dedicándosela al emperador Nerón. Andrómaco escribió la fórmula en verso para que no pudiese alterarse fácilmente.

El mitrídato, que recibió ese nombre por el Rey del Ponto, fue uno de los más famosos contravenenos utilizado en la antigüedad.
Su fórmula era, según los cronistas:
Costus: 1 parte
Acorus: 5 partes
Hipericón:
Goma
Sagapenum: 2 partes
Jugo de acacia
Iris de Iliria
Cardamomo
Anis: 3 partes
Nardo de las Galias
Raíz de Genciana: 4 partes
Hoja de rosa secas
Lágrimas de pavot
Persil: 4 partes
Casia
Lichen de polium: 6 partes
Pimienta larga
Styrax: 5 partes
Castoreum
Incienso
Jugo de hiopaisto: 6 partes
Mirra
Opopanax
Hojas de malobatbre: 6 partes
Flores de juncos redondos
Resina de Terebinto
Galbanum
Semilla de zanahoria de Creta
Nardo: 4 partes
Bálsamo
Thlaspi:5 partes
Raíz de Ponto: 6 partes
Azafrán
Gengibre: 8 partes
Canela
Se mezcla todo con miel después de triturarlo. Se toma de toda la mezcla una cantidad del tamaño de una nuez, dilúyase en vino y se hace beber como antídoto. (Bonito, verdad?? Y muy práctico. Estará bueno???)


El arsénico es alotrópico y anfótero. Una de sus formas alotrópicas es negra y amorfa, otra, amarilla y cristalina . Cuando se reduce por medio de hidrógeno, origina un gas sumamente tóxico, incoloro, inflamable y de olor aliáceo llamado arsina. Un trióxido de esta substancia fue aislado por primera vez por el alquimista árabe Geber.
Un derivado de este gas es la lewisita (clorovinildicloroarsina) utilizado en la guerra química.(Y bastante famoso por desgracia, además de actualísimo)
El arsénico es uno de los tóxicos que más trascendencia han tenido en la historia, siendo el veneno utilizado preferentemente en la Roma Republicana como arma política.
Se usó con fines homicidas desde muchos siglos atrás y aún hoy se lo emplea. Se lo usó bajo la forma de anhidrido arsenioso, polvo blanco e insípido, inodoro, que llamaron "polvo de sucesión", "rey de los venenos", etc.
Fue el componente esencial de la "acquetta di Peruggia", "acqua di Napoli", que produjo centenares de víctimas.
Se parece mucho al azúcar impalpable y a la harina.
Cuando se emplea con fines delictivos, es de difícil diagnóstico, puesto que simula una enfermedad gastrointestinal con episodios sucesivos.
También puede usarse con fines suicidas, o puede ser una intoxicación accidental, profesional, iatrogénica y endémica.

Actualmente se usa como plaguicida, y puede contaminar hortalizas y frutos. El tono verde de algunas de sus sales se aprovecha como colorante de ciertas pinturas y papeles, en cerámica y vidriería, y como medicamento en sus compuestos orgánicos trivalentes (sulfarsenol, amebarsone, cacodilatos, etc.) o en sus formas inorgánicas (arsenito de sodio y de potasio: licores de Fowler y Pearson del Codex). En odontología se usa para destruir la pulpa dentaria.
El arsénico es un mineral que se presenta en forma orgánica (melarsoprol) o inorgánica (trióxido o arsénico blanco, pentóxido).
Las formas inorgánicas forman parte de algunos rodenticidas, y son habitualmente más tóxicas que las inorgánicas. Existe también una forma gaseosa, denominada arsina o arsenamida o hidrógeno arseniado, que es extremadamente tóxica.

Más del 80% de la dosis de arsénico ingerida por el tubo digestivo se absorbe. La dosis letal oscila entre 120 y 200 mg; en niños, dosis de 2 mg/kg pueden ser letales.
El arsénico produce sus efectos tóxicos al unirse a los grupos sulfhidrilos tisulares y al interferir la fosforilación oxidativa.

La preponderancia del arsénico en el envenenamiento criminal se debe a sus propiedades:

1- La elevada toxicidad de los compuestos arsenicales.
2- Su facilidad de adquisición.
3-La ausencia de propiedades organolépticas que facilitan su administración: los compuestos arsenicales, mezclados en pequeñas proporciones (y es muy pequeña la cantidad necesaria para producir efectos tóxicos) a las bebidas y a los alimentos no les comunican ningun sabor especial, por lo que no se hacen sospechosos para las personas a las que les son administrados.
4- La analogía de su aspecto con sustancias de uso culinario (azúcar, harina)
5- La similitud de sus efectos con los debidos a afecciones espontáneas gastrointestinales, que sobre todo en épocas epidémicas, haría que pasaran inadvertidos sus efectos clínicos como debidos a intoxicación.
6- Como bien sabían los envenenadores, era extremadamente difícil descubrir la intoxicación en el cadáver, pues las lesiones que produce son inespecíficas y muy similares, si no iguales, a las de los procesos patológicos espontáneos con los que se puede confundir clínicamente( Aqui conviene recordar que los romanos no eran muy dados a hacer autopsias, y que, de haberlas hecho, no habrían tenido medios técnicos para caracterizar el arsénico).

La intoxicación aguda por arsénico suele ser por ingestión del tóxico, y con menor frecuencia, por inhalación de polvo o vapores de anhídrido arsenioso( descartemos esto en el caso de Don Claudio).
Reproduce un ataque de cólera, del que se diferencia tan solo por algunos detalles: el sabor desagradable que se percibe(no al tomarlo, sino al cabo de algun tiempo), y por la precocidad de los vómitos, que siempre preceden a la diarrea.

La sintomatología puede aparecer en minutos o bien horas después de la ingestión (en general, de media a una hora), siendo los síntomas gastrointestinales los más frecuentes inicialmente (forma de gastroenteritis coleriforme), con posterior deterioro hemodinámico.
Las manifestaciones clínicas más comunes son: gastrointestinales (quemazón bucofaríngea, aliento con olor a ajo, disfagia, naúseas, vómitos, dolor abdominal y diarreas que pueden ser coleriformes y/o hemáticas), cardiovasculares (cianosis, insuficiencia respiratoria, hipotensión, depresión miocárdica y arritmias), del sistema nervioso central (delirio, coma y convulsiones), renal (oliguria y necrosis tubular aguda) y hematológicas (hemólisis y eosinofilia). La inhalación del gas arsina produce tos y disnea, y posteriormente, hemólisis.

La víctima nota, en primer lugar, un sabor acre y una sensación de quemadura, con sed ardiente, constricción de faringe y esófago y naúseas.
Después, vienen los vómitos, que se caracterizan por ser continuos e intensos, en chorro, de aspecto blanquecino "como agua de arroz" y de olor aliláceo (a ajo), que luego pueden hacerse biliosos y sanguinolentos. Se acompaña de irritación intensa con dolores en la faringe y epigastrio y sensación de quemadura local.
Luego diarrea, que al principio es fecaloide y después coleriforme, con deposiciones muy frecuentes, de aspecto riciformes, por la presencia de grumos de mucus coagulado, muy característicos. A estas diarreas riciformes le siguen deposiciones sanguinolentas. La pérdida de líquidos y sales produce sed intensa y calambres musculares, luego hipotensión arterial marcada, shock, con piel cianótica sudorosa y
fría, depresión respiratoria, convulsiones por anoxia y finalmente coma. La muerte generalmente es causada por el shock.

Si no ocurre la muerte dentro de las primeras 24 horas, pueden aparecer ictericia (por lesión del hepatocito), oligoanuria y otras manifestaciones de compromiso multiparenquimatoso.
Con dosis subletales hay náuseas, vómitos, diarreas, calambres musculares y polineuritis. A veces hay ambliopía y amaurosis por neuritis óptica. Puede observarse también encefalopatía con cefaleas, confusión mental, convulsiones, coma y muerte que puede sobrevenir en semanas.
La intoxicación con arsénico puede asimismo ser causa de hepatosis graves con ictericia y hemorragias, glomerulonefritis y miocarditis. En la piel se observan ocasionalmente exantemas escarlatiniformes o morbiliformes.

Si el paciente sobrevive las primeras 24 horas del cuadro gastrointestinal y hemodinámico, existe un periodo de mejoría relativa. A partir de las 24 horas de la ingestión, presenta mayor riesgo de fracaso renal por necrosis tubular aguda, insuficiencia hepática por necrosis, afectación neurológica del sistema nervioso
central y periférico y afectación cardiovascular. Valores de arsénico en sangre > 300 microgr/dl y en orina niveles > 150 mcrg/L. son mortales (Eso lo sabemos ahora, pero los profesionales de la época lo intuyeron)

Se plantea el diagnóstico diferencial con otros cuadros de la clínica general, como enteritis sobreaguda, hepatopatías agudas, meningoencefalopatías, etc. Los elementos semiológicos que sirven para orientarse son: el olor a ajo de los vómitos y el aliento; deposiciones coleriformes, en copos de arroz, el edema palpebral, el colapso intenso, los trastornos visuales, etc. En todos los casos, la investigación de arsénico en orina, heces o vómitos aclarará la situación (Eso ahora, claro, en la época en que murió Claudio, ni caso, ni idea, ni medios, ni interés; además, ya sabían de que se había muerto)

Os recuerdo que para hacer esto, he ido descartando otros venenos (incluidas las setas), eh?. Lo que más coincide es el arsénico, y me encantaría echar mano a los restos de Don Claudio para hacer el pertinente análisis que confirmase el diagnóstico

Por Ennia Durmia, con la colaboración de Galaicus y Marianus

Claudio el dios: estudio médico (I)

Entre bátavo y bátavo, por no cansar demasiado, recopilo unos cuantos mensajes de la lista provincial de hace algun tiempo.

Prescindiendo de lo que todo el mundo sabe sobre Claudio, la crónica que sigue es sobre sus patologías, básicamente.

A modo de introducción, unos cotilleos:
El princeps se desposó en cuatro ocasiones. La primera con Plaucia Urgulanila; fruto de este matrimonio nacieron Druso y Claudia; la segunda con Aelia Patina, con la que tuvo a Antonio; en ambos matrimonios, los desposados llevaban una vida independiente, y terminaron en divorcio (sería por eso que no dejó
viudas en este momento de su vida, seguramente...)
Claudio se desposó en terceras nupcias con Mesalina, cuando el
emperador contaba cincuenta años y su prometida, tan sólo,quince. Se trataba de una joven dotada de gran belleza y que pronto se hizo famosa por su impudor, y que segun dicen, mantuvo relaciones extramatrimoniales con multitud de súbditos del emperador. No conformándose con eso, ejerció la profesión más antigua de la humanidad en prostíbulos del barrio de la Suburra (tremendo, no???), llegando a competir en cierta ocasión con una prostituta de renombre, a la cual ganó, ya que Mesalina llegó a hacer el amor veinticinco veces en veinticuatro horas, sin duda una
gran hazaña.
Claudio acabó descubriendo las infidelidades de Mesalina y ordenó su ejecución. Finalmente, Claudio se casó con su sobrina Agripina, la hermana de Calígula, la cual le envenenó con la ayuda de Jenofonte, el médico personal del princeps.

Y ahora, un aviso: los estudios y descripciones médicas llegan a resultar un ladrillo mortal de necesidad (y eso si que no es culpa mía), de modo que recurro al lenguaje abstruso cuando no hay más remedio.

De entrada, en plan hipotético, una semblanza sobre las posibles
patologías de Claudio ( recuérdese que los métodos diagnósticos de la época, con ser bastante mejores que los de la Edad Media, no eran precisamente sofisticados)

He aqui algunas descripciones someras de las recogidas por los sin
duda objetivos cronistas de la época:

1-... era cojo, terriblemente feo, jorobado y tartamudo...

2-... subnormal y depravado...

3- Su madre, Antonia, le llamaba "caricatura de hombre"
y "aborto", términos que hacen sospechar que su nacimiento fuera
prematuro (y poco oportuno, añadiría yo..)

4-... padeció, a lo largo de toda su vida, tics asociados con el
movimiento y con estados emocionales, lo cual motivaría que su
familia tratara de evitar su presencia en actos públicos.

5- ... padeció una debilidad de ambos miembros inferiores, la
cual obligaría a Claudio a leer sus informes ante el Senado sentado, y no de pie como era la costumbre de la época.

6- Su marcha era titubeante, con caídas frecuentes al más mínimo
tropiezo (esto se debía, probablemente, a una contractura anormal de sus piernas)

7- Padeció alteraciones de la locución, contractura de la
musculatura peribucal (que generaba una emisión continua de saliva)y una risa espasmódica (bueno...esto, si no me equivoco, junto con lo mencionado en el punto 4-, es un bonito síndrome de Gilles de la Tourette)

8-... fue durante toda su vida un gran comedor y un gran bebedor,
aquejado de numerosos problemas digestivos, hasta el punto de barajar suicidarse, en alguna ocasión, por no soportar sus "stomachi dolore" (y el omeprazol sin inventarse...).

9-... se quejaba de calambres gástricos, que podían estar en
relación con una pancreatitis crónica, secundaria a la ingesta
desorbitada de bebidas alcohólicas, a patología ulcerosa o a
dispepsia no ulcerosa. (Las digestiones imperiales eran tan molestas que motivaron la publicación de un edicto imperial, que permitía a los comensales poder eructar durante las comidas, considerando que dicha acción era muy saludable).

10-Los excesos dietéticos le provocaron, al igual que a otros muchos reyes y emperadores, crisis gotosas (quamuis podagricus), que han sido documentadas por varios historiadores.(Séneca la menciona en su Apocoloquintosis (13,3) cuando describe la marcha del emperador hacia los infiernos: "...el camino está en pendiente, el descenso es fácil, por eso, pese a su gota, llega en un instante a la puerta de Plutón...").

Ahora, yo debería hacer un sesudo comentario sobre qué es y demás
detalles de la supuesta parálisis cerebral de esta pobre criatura...

Aquí se pueden sistematizar tres sistemas alterados: de una parte,
sistema nervioso (probablemente periférico), de otra, aparato
digestivo, siendo el tercero el sistema de regulación neuroendocrina.

Sistema nervioso: se puede asegurar, con alta probabilidad de no
equivocarse, y a la vista de la falta de antecedentes médicos de
malformaciones y/o taras familiares, que la mayoría de las
afectaciones neurológicas que padeció Claudio estarían en relación
con una paraplejia espástica de Littre, secundaria a un proceso
anóxico intrauterino o durante el periparto (Hay que recordar que su madre dio a luz en plena campaña contra los bárbaros).
Como esto sería ser demasiado preciso, y ya digo que los medios de
diagnóstico complementarios prácticamente no existieron hasta el
siglo XX, si cabe encuadrar todos sus déficits neurológicos en lo que vulgarmente se conoce como parálisis cerebral, pudiéndose denominar así a todo trastorno motor no progresivo de origen cerebral, que generalmente se produce antes de los 2 años de vida. No sólo incluye parálisis, sino también ataxia y coreoatetosis.
Antiguamente, se creía que todo lactante menor de 6 meses con
hipertonía flexora de extremidades superiores y extensora de
extremidades inferiores, tenía casi con seguridad un daño cerebral no progresivo, es decir una parálisis cerebral.
Sin embargo, ahora se sabe que varias enfermedades degenerativas del sistema nervioso central (SNC) se expresan muy precozmente en los primeros meses de vida, generalmente con síndrome piramidal asociado a compromiso sensorial (hipoacusia, amaurosis).
Entonces, hay que sospechar enfermedad neurodegenerativa o error
congénito del metabolismo en todo lactante o recién nacido sin
antecedentes de noxas peri o postnatales que muestre sintomatología neurológica severa.
Como no hay manera de saber qué curso exacto tuvo su nacimiento, ni el peso al nacer, ni los resultados del test de Apgar, ni ninguno de los parámetros que se utilizan actualmente para
establecer diagnósticos, siquiera sea por exclusión, habrá que
conformarse con suponer que la hipótesis más factible sea la de la
enfermedad de Littré)

Un 10 a 15% de las parálisis cerebrales son adquiridas a través de
una lesión cerebral conocida, generalmente por infecciones o traumatismos después del primer mes de vida. (Esto es algo bastante poco fiable,para que nos vamos a engañar...dependiendo de los distintos autores médicos y su variada experiencia, las conclusiones van de un extremo a otro. Por algo se dice que, en medicina, dos y dos nunca son cuatro)

En el lactante se puede ver compromiso piramidal con hipotonía,
pero destaca la hipertonía distal, que orienta al origen cerebral de la afección motora.
Incluye, generalmente, compromiso piramidal o motor voluntario:
· Paraplejia: compromiso exclusivo de extremidades inferiores.
· Hemiplejia: Parálisis de un hemicuerpo.
· Diplejia: Compromiso de las 4 extremidades, pero con mayor afección de las extremidades inferiores.
· Hemiparesia doble espástica: Se comprometen las 4 extremidades,
pero más las superiores.

Esta diferenciación semiológica de los subtipos de parálisis
cerebral es importante, pues tiene diferente pronóstico. Por ejemplo en la paraparesia espástica el niño tiene hipertonía distal, con retraso de la marcha y caminata en punta de pies. Esta es la típica parálisis cerebral del prematuro, por compromiso de la sustancia blanca periventricular (menos irrigada). No se asocia a convulsiones ni retardo mental y es de buen pronóstico.
El compromiso motor más generalizado hace que aumente más la
epilepsia y el retardo mental, siendo máxima esta asociación en la
hemiparesia doble espástica, la parálisis cerebral de peor pronóstico.

Hay que tener cuidado cuando la "parálisis cerebral" se reduce sólo a coreoatetosis (movimientos incoordinados), pues como el niño no controla sus movimientos y adopta posturas anormales, puede dar la impresión de retardo mental,(atentos a esto!!!), en circunstancias que tiene coeficiente intelectual (CI) normal, ya que la corteza cerebral no se encuentra afectada.

Otros movimientos anormales son las distonías, que son movimientos de torsión de cuello u otros, que pueden simular una crisis epiléptica

Se denominan mioclonias a las sacudidas musculares bruscas y breves.
Pueden corresponder tanto a fenómenos normales como patológicos.
Puede verse en el sueño, situación en que son normales (en el momento que nos estamos quedando dormidos). A veces no son normales, como en el "síndrome de las piernas inquietas", que impide conciliar el sueño (y hay que despertar para que cesen).
Existen otras mioclonías provocadas por alteraciones cerebrales
difusas, que no son epilépticas, sino de origen subcorticales. Un
porcentaje importante de estos niños, tienen enfermedades
degenerativas del SNC, o encefalitis.


Los tics son los movimientos involuntarios más frecuentes. Los tics simples generalmente involucran la musculatura palpebral y muchas veces no requieren tratamiento. Si comprometen musculatura facial,cervical, o extremidades, se tratan con haloperidol o diazepam (Que, evidentemente, no estaba a disposición del público cuando Claudio lo necesitaba, más que nada, porque es otro producto del siglo XX).

Existe un cuadro más severo, denominado síndrome de La Tourette, con tics motores múltiples asociados a tics fónicos, coprolalia, y
trastorno obsesivo compulsivo.

En cuanto a los males gástricos, dolores de estómago post-ingesta
alcohólica, ataques de gota por exceso de proteínas....qué os puedo contar que no hayáis padecido en propio cuerpo alguna vez...Eso sí, si os interesa, cualquier día os castigo otro poquito.(La alteración neuroendocrina, que podría deberse a alguna clase de error metabólico, es una sospecha que tengo...y que no puedo demostrar)

Lo alucinante del asunto es que el muchacho debía ser o bien muy
seductor intelectivamente hablando (eso que mencionaba Cicerón de la belleza...interior), o bien sumamente interesante desde algun punto de vista, y el crematístico no es descartable, porque se casó "sólo" cuatro veces..., se ve que no escarmentaba fácilmente.

Una cosa que si me ha quedado clarísima es que de retraso mental,
nada de nada; es más, creo que si hubiera habido más Emperadores como él, a los romanos de la época les hubiera ido bastante mejor. Y a las romanas, ni os cuento...
Continuará en breve.

Ennia Durmia

martes, 15 de junio de 2004

Las Revueltas Bátavas (III)

Conviene recordar que las Legiones del Rhin habían luchado por Nerón en contra de Claudius Julius Vindex en el 68; sin embargo, el amigo de Vindex, Galba, había llegado a ser emperador, y las Legiones del Rhin se consideraban sospechosas.
Flaccus y Vocula, que ahora servía como hombre de confianza, querían evitar que la historia se repitiese. En el supuesto de derrotar a Civilis, que decía luchar por Vespasiano, y suponiendo que las legiones del Danubio venciesen a Vitellius...esto era un riesgo inaceptable.
Durante los primeros días de noviembre, los soldados recibieron malas noticias: su Emperador Vitellius y sus Legiones, compuestas por unidades procedentes del Rhin, habían sido derrotados.

Personalmente, los destinados en Gelduba sabían bastante de la muerte. Esto hizo poco por levantar la moral, sobre todo, desde el momento en que quedó claro que Vitellius no podría ganar la guerra civil. Los oficiales decidieron ponerse del lado de Vespasiano.

"Cuando Hordeonnius Flaccus tomó el juramento de obediencia, los suboficiales y la tropa lo aceptaron por presiones de los oficiales, pese a la poca convicción que de ello tenían en sus mentes y en sus corazones, y mientras recitaban con firmeza las otras fórmulas de la declaración solemne, vacilaban ante el nombre de Vespasiano, o lo farfullaban, e incluso la mayor parte lo omitió".

Otra vez Flaccus y Vocula se veían obligados a esperar. No sabían qué hacer, y Julius Civilis tenía que tomar la iniciativa.
Si realmente hubiera sido un seguidor de Vespasiano, la guerra ya habría acabado, puesto que las Legiones del Rhin se habían puesto del lado del nuevo emperador. Por otra parte, si su empleo de la carta de Vespasiano no hubiese sido nada más que una pantomima, la guerra tenía que continuar, y los romanos habrían tenido que luchar con lo más aguerrido de las tribus vecinas.
Los días transcurrieron lentamente, y no ocurrió nada. Ningun mensajero llegó desde el norte, y Flaccus comprendió que los bátavos deseaban continuar la revuelta.

Civilis sabía que tenía que destruir a las Legiones de Gelduba antes de que se reunieran con los sitiados en Vetera. Sabía que, tras atacar Vetera, los romanos se resarcirían, pero pasaría medio año, al menos, antes de que se pudiese enviar un ejército, cruzando los Alpes (el invierno estaba próximo), y si acababa con las tropas de Gelduba, podría tomar Vetera y extender la región rebelde.
Aún estaba negociando con los tréveros, que seguro que se habrían alineado junto a él si la posición más septentrional de los ejércitos romanos hubiera estado en Moguntiacum.
Sin embargo, Civilis se enfrentaba a un problema: las tropas de Flaccus y Vocula, pese a estar formadas por los restos de tres Legiones, eran demasiadas como para enfrentarse a ellas en una batalla clásica.
Flaccus y Vocula no tenían que ser clarividentes para saber que el líder bátavo intentaría atraparlos descuidados. Y debieron también suponer que lo haría en una noche sin luna, como la del 1 al 2 de diciembre del año 69.

Tácito, sin embargo, quiere hacer creer que el ataque de las Ocho Unidades Auxiliares bátavas fue por sorpresa.
“Vocula era incapaz de dirigir a sus hombres o de desplegarlos en la línea de batalla. Todo lo que podía hacer cuando sonaba la alarma era apremiarlos para que formaran un núcleo central de legionarios, alrededor del cual se agrupaban los auxiliares en una serie desigual. La caballería cargó, pero fue dispersada por las disciplinadas líneas enemigas, y obligada a retroceder sobre sus propios compañeros. Lo que ocurrió fue una masacre, no una batalla. Las unidades auxiliares nervias, igualmente, fueron presas del pánico, o de la traición, y dejaron indefensos los flancos romanos. Entonces, el ataque alcanzó de lleno a las Legiones. Perdieron los estandartes, retrocedieron al interior del baluarte, y ya sufrieron pérdidas tremendas cuando los nuevos refuerzos alteraron inesperadamente la suerte de la batalla.
Algunas unidades auxiliares vascas[...] habían sido desplazadas hasta el Rhin. Cuando se acercaban al campo de batalla, oyeron los gritos de los combatientes. Mientras la atención del enemigo estaba en otra parte, cargaron desde la retaguardia y causaron una desbandada llena de pánico, desproporcionada a su número. Debieron pensar que había llegado el ejército principal, o bien desde Novaesium, o bien desde Moguntiacum. Esta confusión proporcionó a los romanos nuevas fuerzas: al confiar en la fortaleza de otros, se recuperaron. La punta de lanza de los guerreros bátavos, tan lejos como podía mantenerlos la infantería, cayó sobre el campo; la caballería escapó con las insignias y los prisioneros capturados en la primera fase del encuentro. En este día de trabajo, las víctimas mortales fueron considerables entre nosotros, pero fueron los combatientes más enfermos, mientras que los bátavos perdieron a los mejores". (Tacitus, Historias 4.33)

Una vez más, la descripción de Tácito es extremadamente engañosa. Por supuesto, las unidades auxiliares vascas no llegaron por casualidad, como parece querer insinuar Tácito. Las envió Flaccus. Igualmente, la sugerencia de que los auxiliares nervios traicionaron a los romanos es otro ejemplo estupendo de las manipulaciones de Tácito.

La batalla de Gelduba fue una victoria romana importante, pese a las enormes pérdidas. Esto ha podido corroborarse mediante un hallazgo arqueológico macabro: multitud de hombres y caballos no tuvieron una incineración decente, sino que se los enterró apresuradamente en una inmensa fosa común. Las consecuencias de la batalla fueron muchas.
Las Ocho Unidades Auxiliares bátavas desaparecen del relato de Tácito, pese a que emplea el término cohortes en un sentido no técnico.
Civilis había mostrado sus auténticas intenciones y perdido a sus mejores hombres, y nada de permitir a los romanos dirigirse a Vetera y levantar el asedio. Los muros del campamento estaban reforzados, los fosos se habían hecho más profundos, se llevaron provisiones, y se evacuó a los heridos.
Pero no había oportunidad de invadir el país bátavo para llevar a cabo represalias, puesto que llegaron malas noticias del sur: los usipetes y los catos, unas tribus germanas de la orilla oriental del Rhin, habían cruzado el río, estaban saqueando el país e intentaban sitiar Moguntiacum. No parecía muy grave, pero era más prudente no arriesgarse.
Después de todo, Moguntiacum era más importante que el campamento del norte.

Sin embargo, la fuerza expedicionaria, compuesta por mil soldados procedentes de Vetera, había regresado. De inmediato, Civilis reanudó el asedio de una desguarnecida pero mejor abastecida Vetera.
Cuando su caballería atacó al Ejército que retrocedía cerca de Novaesium, sin embargo, fueron sonoramente derrotados.
Los legionarios habían mostrado su valía en Gelduba y Vetera, y cuando llegaron a Novaesium, les esperaba una grata sorpresa: Flaccus repartía dinero para celebrar la llegada al trono de Vespasiano.
Como leales seguidores de Vitellius, aquello era más de lo que podían esperar. Esto ocurría durante las Saturnalias, y los legionarios lo celebraron placenteramente. Debió haber sido una especie de liberación después de las tensiones de las semanas previas. Sin embargo, la celebración se vió alterada. En un salvaje motín de placer, comilonas y reuniones sediciosas nocturnas, la vieja enemistad hacia Hordeonnius Flaccus revivió, y como ninguno de los oficiales se atrevió a resistir un movimiento en el que la oscuridad les había robado su último vestigio de control, las tropas lo sacaron a rastras de la cama y lo asesinaron.
Lo mismo le habría ocurrido a Vocula si no se hubiera escapado del campamento, vestido con ropas de esclavo. El ataque a los dos comandantes, en un momento en el que Fortuna parecía sonreir a los romanos, es uno de los hechos inexplicables que ocurrieron durante la revuelta bátava.
Solamente es posible hacer especulaciones sobre el motivo. Como queda dicho, la fuerza expedicionaria romana había regresado al sur, llevando consigo a muchos de los legionarios destacados en Vetera. Tácito menciona que los que quedaron atrás se consideraron traicionados, comprensiblemente: quedaron para mantener ocupados a los derrotados bátavos, mientras que las fuerzas principales fueron destinadas a otro sitio. Es posible que el asesinato no fuese un acto de histeria beoda, sino de reajuste: asesinar a un comandante que no se preocupa de las vidas de sus tropas.

En Italia, el año 70 empezó con excelentes presagios. Había terminado la guerra civil, Vitellius había muerto, el nuevo emperador, Vespasiano, estaba en excelente disposición, y se hicieron planes para acabar con la guerra judía y con la revuelta bátava.
La cuestión principal era si la fuerza expedicionaria enviada a través de los Alpes llegaría a tiempo para prevenir la escalada del conflicto al norte de Moguntiacum. Al no evitarse esto, los refuerzos romanos llegaron demasiado tarde.

El asesinato de Marcus Hordeonius Flaccus por parte de sus tropas, justo después de restablecer el orden en Bonna, Colonia Claudia Ara Agripinense, Novaesium y Castra Vetera, proporcionó a los vapuleados rebeldes un soplo de confianza. Civilis reinició el cerco a las Legiones V Alaudae y XV Primigenia estacionadas en Vetera, y tanto los lingones como los tréveros, tribus celtas romanizadas que vivían a lo largo del Mosel y el Alto Rhin, decidieron sumarse a la rebelión.
Habían presenciado como las tres Legiones que habían resistido temporalmente el cerco de Vetera (I Germanica, XVI Gallica, XXII Primigenia) eran demasiado escasas como para manejar eficazmente la situación.
Por supuesto, las derrotas bátavas ocurridas tanto en Gelduba (Krefeld) como en Castra Vetera (Xanten) y Novaesium (Neuss), algo contribuyeron a devolver el prestigio militar a los romanos, pero el hecho de saber que Civilis volvía a sitiar Vetera, y la consiguiente desunión entre legionarios romanos, disipó las últimas dudas de tréveros y lingones.
La última victoria romana fue la liberación de Moguntiacum (Mainz), donde ahora se encontraban acuarteladas las Legiones IV Macedonica y XXII Primigenia; pero cuando el general Caius Dillius Vocula salió en auxilio de la guarnición de Vetera, sus auxiliares tréveros y lingones desertaron.
Tácito presenta a los protagonistas:
“Se intercambiaron mensajes entre Civilis y Julius Classicus, el comandante del regimiento de caballería trévero. El de más bajo rango y menor poder se situó por encima de otros. Descendía de una dinastía de reyes, y sus antepasados habían sido importantes tanto en la guerra como en la paz. El mismo Classicus tenía la costumbre de alardear de que entre sus antepasados había más enemigos de Roma que aliados. También estaban implicados Julius Tutor y Julius Sabinus, un trévero y un lingón. Tutor fue designado por Vitellius como comandante de la orilla occidental del Rhin. Por su parte, Sabinus, un hombre presumido, fue llevado al falso convencimiento de tener sangre real. Proclamó que la belleza de su abuela había seducido a Julius Caesar durante la guerra de las Galias, llegando a ser su amante.”

La rebelión de Julius Classicus, Julius Tutor y Julius Sabinus es distinta de la revuelta bátava. De un lado, tanto tréviros como lingones estaban muy romanizados, y querían formar su propio imperio (Imperio Galo), en tanto que los bátavos buscaban una especie de independencia. Cuando Vocula se percató de que Classicus y Tutor persistían en su traición, dio la vuelta y se retiró a Noviomagus. Los galos acamparon a tres kms, sobre un suelo prensado. Tanto centuriones como tropa tuvieron que pasar entre ambos campamentos, poniendo sus vidas en peligro cada vez.. El resultado fue un acto vergonzoso sin parangón: una Legión Romana tuvo que rendir un homenaje al ejército bárbaro, sellando el monstruoso pacto con la promesa de apresar o matar a sus propios jefes. Los antiguos seguidores de Vitellius debieron encontrar fácil romper su juramento de lealtad a Vespasiano. Vocula fue asesinado por un legionario de la I Germanica, y Julius Classicus, vestido con uniforme de general romano, se presentó en el campamento y leyó los términos del juramento. Los integrantes de las Legiones I y XVI debían defender el Imperio Galo y apoyar a su emperador, Julius Sabinus (el quinto emperador romano en trece meses).
Después de eso, Tutor atacó a las tropas estacionadas en Colonia y Moguntiacum, y Classicus envió algunas de las tropas que se habían rendido en Vetera a ofrecer ayuda a su guarnición y como cebo para que se rindiesen.
Sin embargo, el comandante de las tropas asediadas, Munius Lupercus, se negó a acatar los términos. Después de esto, las Legiones I y XVI fueron conducidas a Augusta Treverorum (Trier), lejos del escenario bélico. Su nuevo emperador, Julius Sabinus, no acababa de fiarse de ellos. Quizás debió haberlos empleado, puesto que su guerra contra los secuanos (que vivían a lo largo del Saône) fue un fracaso. La imprudencia de Sabinus al forzar un encuentro fue igualada por el pánico que le hizo abandonarlo.
A fin de difundir el rumor de que había muerto, prendió fuego a la granja en la que se había instalado, y la gente pensó que se había suicidado allí. Con la victoria de los secuanos cesó el avance bélico en la Galia.
Progresivamente, las tribus empezaron a recuperar la cordura y a hacer honor a sus obligaciones y tratados. En esto, los habitantes de Durocortorum (Reims) tomaron la iniciativa de enviar invitaciones para una conferencia en la que se debía decidir si querían la independencia o la paz.

El resultado fue que los galos invitaron a tréviros y lingones a parar sus ataques, sobre todo, ahora que el emperador galo estaba (o eso parecía) muerto. Sin embargo, ellos rechazaron hacerlo, y se unieron a Julius Civilis.

El asesinato del general Marcus Hordeonius Flaccus envalentonó a los rebeldes. Las unidades auxiliares tréviras y lingonas se rebelaron, y Julius Civilis reanudó el asedio de Vetera. Las desmoralizadas Legiones I Germanica y XVI Gallica se rindieron ante el Imperio Galo de tréviros y lingones. Tras la desintegración del ejército romano al norte de Moguntiacum, las dos Legiones asediadas en Vetera, V Alaudae y XV Primigenia, estaban perdidas. En marzo del año 70, su comandante, Munius Lupercus, capituló.

“Los sitiados oscilaban entre el heroísmo y la degradación debido a los contrapuestos gritos de lealtad y de hambre. Mientras vacilaban, se acabaron las provisiones, no solo las habituales, sino también las de urgencia. Hasta entonces, se habían comido las mulas, los caballos y otros animales que sólo una situación desesperadamente grave impulsa a los hombres a usar como alimento, pero que se consideran sucios y repugnantes. Al final, quedaron reducidos a arrancar arbustos, raíces y los tallos de hierba que crecían entre las piedras, una notoria lección en el contexto de la necesidad y la resistencia.
Sin embargo, al final echaron a perder su magnífico historial a causa de una deshonrosa decisión, enviando mensajeros a Civilis para suplicar por sus vidas, sin que la solicitud fuese tenida en cuenta hasta tomarles un juramento de lealtad al Imperio Galo. Entonces, Civilis, después de estipular que dispondría del campamento como botín, dispuso observadores para asegurarse de que dinero, vituallas y equipamientos quedaran atrás, y para formar a la guarnición que se iba humillada, desamparada. Casi ocho kms después de dejar atrás Vetera, los germanos emboscaron a la confiada columna de hombres. Los luchadores más fornidos cayeron sobre sus propias pasos, y otros muchos en desigual lucha, mientras que el resto hizo un objetivo de su retirada hacia el campamento.

Es cierto que Civilis protestó, y que culpabilizó a gritos a los germanos por lo que el mismo describió como un abuso criminal. Pero las fuentes no aclaran si esto fue mera hipocresía, o si Civilis realmente resultó incapaz de contener a sus salvajes aliados. Tras saquear el campamento, lanzaron fuego a su interior, y todos aquellos que habían sobrevivido a la batalla fallecieron en medio de las llamas.
Después de su primera acción militar contra los romanos, Civilis había jurado, como el salvaje primario que era, teñir de rojo su cabello y dejarlo crecer hasta que hubiera acabado con las Legiones. Ahora que la promesa estaba cumplida, afeitó su crecida barba. También simuló haber cedido a algunos de sus prisioneros a su hijo pequeño para que le sirviesen como blanco en los lanzamientos de flechas y jabalinas.
El comandante de las Legiones, Munius Lupercus, fue enviado (junto con otros presentes) a Veleda, una mujer soltera que gozaba de gran influencia entre los brúcteros. Tradicionalmente, los germanos consideraban a muchas mujeres como profetisas, e inclusive, por un exceso de superstición, como divinidades. Este era el caso. Veleda tenía un gran prestigio, puesto que había pronosticado la victoria germana y el exterminio de las Legiones. Pero Lupercus fue asesinado antes de que llegara a su presencia.”

Por Ennia Durmia

martes, 1 de junio de 2004

Las Revueltas Bátavas (II)

Vetera Castra (Xanten) es la contrapartida germana de Batavodorum (Nijmegen): albergaba a los legionarios romanos, y era una de las ciudades vigías de las fronteras septentrionales del Imperio Romano. Jugó un papel fundamental en la revuelta bátava.

Civilis y los bátavos ya tenían lo que buscaban: una independencia que sería reconocida por Vespasiano (básicamente, porque ganó la guerra contra Vitellius), y el desquite por el reclutamiento romano opresivo y por la muerte del hermano de Civilis.
Lo único que nunca debieron hacer fue atacar la fortaleza militar (donde estaban estacionadas dos Legiones romanas) de Castra Vetera; ningun Emperador podía dejar sin un castigo ejemplar semejante ataque a un símbolo del poder de Roma. Con solo una jabalina que hubiera sido lanzada contra los muros, resultaría inevitable que un enorme ejército se hubiera desplazado hasta el norte para reparar la humillación. Desde luego, la Guerra Civil tendría que haber terminado, pero cualquiera que la hubiese ganado estaba obligado a castigar tal ataque. Todos sabían que, casi tres años antes, los judíos habían atacado a la Legio XII Fulminata, y que los romanos habían respondido con feroces represalias. Julius Civilis, que había luchado en las tropas auxiliares romanas y era ciudadano romano, ciertamente debía haberlo sabido

Y aún así, a finales de septiembre del año 69, los bátavos lanzaron un ataque contra la guarnición de Castra Vetera.
Se eligió bien el momento: un mes antes, las Legiones de Vespasiano habían invadido Italia. En caso de haber represalias romanas, serían pospuestas por un tiempo. De manera que Civilis se tiñó el cabello de rojo, y juró que lo dejaría crecer hasta que hubiera destruído a las dos Legiones.
No es posible saber qué fue lo que lo llevó a firmar su propia sentencia de muerte.

Con independencia de cuáles fueran los motivos, lo cierto es que los bátavos eran tropas bien preparadas, puesto que habían recibido el mejor de los refuerzos posibles: las ocho unidades auxiliares que habían luchado junto a Vitellius en Italia aquella primavera, que habían sido devueltas para defender las fronteras del Rhin, y que habían sido vueltas a llamar para luchar contra Vespasiano. El año anterior, habían luchado contra los impuestos de Caius Julius Vindex, y antes de eso, habían estado en las zonas bélicas de Britania. Aquellos hombres sabían cómo luchar, y tenían más experiencia en combate que la mayoría de los legionarios.
El enviado de Civilis les dió alcance cuando casi habían llegado a los Alpes, y fácilmente los convenció de que su lugar estaba junto a los independientes bátavos.

Antes de entrar a discutir el ataque bátavo a Vetera Castra, conviene ver qué fue lo que ocurrió con aquellas Ocho Unidades Auxiliares. El comandante supremo de las fuerzas romanas en Germania Superior e Inferior, Marcus Hordeonius Flaccus, les había dado autorización para cruzar Moguntiacum.
Reunió a sus tribunos y centuriones, y les consultó sobre la conveniencia de aplastar por la fuerza a las tropas rebeldes. Pero no era, por su naturaleza, un hombre de acción, y sus mandos estaban preocupados por la actitud ambigua de las tropas auxiliares y por el suavizamiento de las Legiones debido al precipitado alistamiento; de manera que se pronunció en contra de arriesgar a las tropas fuera de la fortaleza militar. No obstante, cambió de opinión más adelante, y como sus consejeros volvieron a expresarle sus previas opiniones, dió la impresión que intentaba evitar algo, y escribió a Hernnius Gallus, estacionado en Bonna al mando de la Primera Legión, diciéndole que detuviese el paso de los bátavos, y prometiendo seguirlos pisándoles los talones con su ejército. De hecho, los sublevados podrían haber sido destruídos si Hordeonnius Flaccus y Hernnius Gallus se hubieran movido en direcciones opuestas y los hubieran atrapado entre dos fuegos. Pero Flaccus abandonó su plan, y en un comunicado de última hora a Gallus le advirtió que no molestase a las unidades en tránsito.
No está claro que fue lo que sucedió realmente. Por supuesto, Tácito le echa la culpa a M. H. Flaccus de no haber acabado con las Ocho Unidades Bátavas, pero las cosas debieron ser más complicadas de lo que él indica

Germania Inferior, que estaba amenazada por los bátavos, no era una provincia importante; Germania Superior y Galia Belgica, sin embargo, sí que lo eran. Probablemente, Flaccus buscaba alejar el problema hacia la periferia y permitió a los bátavos volver a su casa. De ese modo, la guerra se localizaría en algun lugar del norte, donde los intereses romanos principales no se verían amenazados. Este intento de situar la guerra en donde no dañase podría haber resultado ser una estrategia brillante, pero Flaccus fue asesinado, con lo que todo salió mal.
El segundo punto a analizar es que los dos Ejércitos, el de Moguntiacum y el de Bonna, eran menores que las Ocho Unidades Auxiliares bátavas. Solo si Flaccus y Gallus fueran capaces de atacar simultáneamente, estarían en mayoría y podrían resultar victoriosos. Flaccus no podía permitir la derrota de ambos Ejércitos.
Por último, había una guerra de mayor importancia desarrollándose en Italia, y Flaccus sabía que no se podía mover demasiado hacia el norte.
Todo esto lo llevó a seguir esta estrategia: mantener a toda costa la base fundamental de Moguntiacum, tratar de mantener Vetera Castra, y esperar hasta que acabase la Guerra Civil.
Esto parecía razonable, pero implicaba ciertos riesgos para la guarnición de Vetera, a cargo de Munius Lupercus.
El asedio empezó a finales de septiembre del año 69.
La llegada de las Unidades Auxiliares veteranas significaba que Civilis ahora estaba al mando de un auténtico ejército. Pero aún asi, todavía tenía dudas sobre qué curso debía seguir la acción, lo que refleja que Roma era fuerte. De manera que hizo que todos los hombres que tenía jurasen obediencia a Vespasiano, y envió un llamamiento a las dos Legiones que habían sido golpeadas en el compromiso previo y se habían retirado al campamento de Vetera, pidiéndoles que aceptasen el mismo juramento.

La réplica llegó: No tenían costumbre de seguir los consejos de un traidor ni los de un enemigo. Aun tenían un Emperador, Vitellius, y en su defensa mantendrían su lealtad y sus armas hasta el último aliento. De modo que no era de la incumbencia de un bátavo renegado sentarse a opinar sobre asuntos romanos. Sólo tenía que esperar lo suyo, el castigo de un felón.

Cuando esta respuesta llegó a Civilis, éste montó en cólera y urgió a la nación bátava al completo a tomar las armas. Se les unieron los brúcteros y los téncteros, y las noticias se esparcieron por toda Germania, que despertó a la llamada del botín y la gloria.

Entonces empezó el asedio de Vetera. Los 5.000 legionarios, encuadrados en las ya derrotadas Legiones V Alaudae y XV Primigenia, defendieron su campamento. Tacitus menciona la presencia del comandante de la Legio VI Gallica, lo que demuestra que Vetera recibió refuerzos procedentes de Novaesium. Pese a todo, los romanos estaban en minoría. Los bátavos tenían motivos para sentirse optimistas, no solo porque contaban con Ocho Unidades auxiliares bien entrenadas, y porque Civilis había entrenado a sus tropas en las líneas romanas (Resulta algo poético pensar en la revuelta como una guerra entre bárbaros bátavos y disciplinados romanos; pero, de hecho, lo cierto es que dos ejércitos romanos se estaban enfrentando)

El campamento de Fürstenberg, cerca de Vetera, era grande (56 hectáreas), moderno (apenas tenía diez años) y bien equipado.
Los arqueólogos han descubierto sus muros (hechos de adobe y madera), los cimientos de torres de madera, y un doble foso. Además, la guarnición tuvo tiempo para prepararse. Tácito menciona a menudo la Artillería romana, que debió poseer gran cantidad de munición. También asegura que no tenían víveres, lo cual es algo extraño tan poco tiempo después de la época de la cosecha. De hecho, Vetera resistió durante dos meses.

“Los bátavos y sus aliados intentaron primero asaltar los muros de Vetera, pero fue en balde. Entonces, intentaron construir instalaciones de asedio, pero no tenían los conocimientos necesarios. Aún así, demostraron estar haciendo una “guerra a la romana”, al emplear las técnicas romanas de asedio. Finalmente, Civilis decidió matar de hambre a las dos Legiones, hasta que se rindieran. Durante el asedio, Civilis envió unidades para saquear poblaciones de Germania Inferior y Galia Belgica. Los germanos de la orilla oriental del Rhin se unieron.
El líder bátavo ordenó que se saqueara a ubios y tréviros por parte de sus correspondientes vecinos, y se envió otra fuerza más allá del Maas para atacar a los menapios y morinos del extremo norte de la Galia. En ambos escenarios se reunió botín, y se mostraron especialmente rencorosos saqueando a los ubios, porque eran una tribu germana que había renunciado a su nacionalidad y preferían ser conocidos con nombre romano”.

En otras palabras, la parte norte del Imperio estaba en estado de confusión. Tácito hace uno de sus muy sutiles juegos en estas líneas. Las palabras “los menapios y los morinos del extremo norte de la Galia” [Menapios et Morinos et extrema Galliarum] contienen una referencia a unas frases muy conocidas de Virgilio, que había llamado a los Morinos “extremi hominum”, “aquellos que viven en los confines de la tierra” (Eneída 8.727).
Al usar estas palabras, Tácito recordaba a sus lectores el muy conocido hecho de que se estaba librando una guerra contra los más salvajes de todos los bárbaros, que, como todos los romanos sabían, vivían en el confín del mundo.
Las legiones V Alaudae y XV Primigenia estaban siendo asediadas en Vetera.
Marcus Hordeonnius Flaccus, menos indolente de lo que Tácito quiere hacer creer, ya había tomado medidas:
-Se pusieron estacas a lo largo del Rhin para prevenir la entrada de hordas germanas en el Imperio.
-Ordenó a la IV Macedonica que permaneciese en Moguntiacum, que debía ser resguardada a cualquier precio.
-Se enviaron mensajeros a Galia, Hispania y Britania solicitando refuerzos (existen referencias sobre unidades vascas que estuvieron durante una batalla en las cercanías de Gelduba).

La XXII Primigenia, al mando de Caius Dillius Vocula se dirigió a marchas forzadas a Novaesium, en el norte; el propio Flaccus se dirigió a la I Germanica, en Bonna, haciendo el viaje a bordo de una nave, dado que padecía gota.
En Bonna, Flaccus tuvo difícil llevar a cabo acciones autoritarias. Los soldados lo hacían responsable del paso fácil de las Ocho Unidades auxiliares bátavas. Pese a ello, pudo convencer a la Legio I de que lo siguiera, y junto a la Legión comandada por Vocula, se unió a la Legio VI Gallica en Novaesium. Continuaron hacia Gelduba.
Y entonces, de forma inesperada, se detuvo el avance. Tácito da toda clase de razones para el retraso: los legionarios necesitaban recibir entrenamiento adicional, los cugernios (una tribu dentro del Imperio que se había puesto del lado de Civilis) debían ser castigados, había que luchar con enemigos para conservar una nave cargada de cereales... La auténtica razón, sin embargo, fue la llegada de noticias provenientes del sur: Las Legiones del Danubio se habían puesto del lado de Vespasiano y habían invadido Italia.

Por Ennia Durmia