sábado, 22 de diciembre de 2007

Secretos en la colina del Palatino

Dos de los secretos que aún guardaba la colina del Palatino en Roma han sido desvelados: Las nuevas habitaciones privadas de la casa del emperador Augusto y la Lupercale, la cueva donde la loba amamantó a Rómulo y Remo. Este legendario lugar ha sido encontrado bajo los muros del palacio del emperador.
Los frescos de las cuatro nuevas salas de la Casa de Augusto son de altísima calidad, con el máximo de las posibilidades de la época y constituyen un importante ejemplo de pintura romana de finales del siglo I a.C., según los responsables de la restauración.
La cueva, denominada el Lupercale, por el nombre de la loba Luperca, se encuentra en la histórica colina del Palatino y según la leyenda era reverenciada por los antiguos habitantes de la ciudad como el lugar en que una loba había amamantado a los legendarios fundadores de la urbe, Rómulo y Remo. Los dos hermanos crecieron y acabaron fundando Roma, en el 753 antes de Cristo.


Vídeo: Secretos en la colina del Palatino
Autor: Carlos Sánchez-Montaña


La zona recuperada de la casa corresponde al ala este de la gran villa romana, parte que se construyó antes de que Octavio fuera proclamado 'Augusto' y príncipe por el Senado de Roma, el año 27 a.C., convirtiéndose así en el primer emperador.



martes, 4 de diciembre de 2007

De como Pitagorín podía multiplicar y dividir con Numeros Romanos

Quizá alguno recordéis que hace meses os comenté que había leído en la prestigiosa revista Investigación y Ciencia, versión hispana de Scientific Americain (julio de 1986, sección “ciencia y sociedad”, página 53 y 54) que alguien había elaborado un método para multiplicar números en cifras romanas. También os dije que, tal como lo explicaba el texto, yo no conseguí descifras el algoritmo, bastante farragoso y casi era más rápido hacer las cuentas a mano.

Sin embargo, hace unos días han llegado a mis manos una grabación de unos documentales sobre matemáticas emitidos hace un par de años en la TV (TVE para mas señas, en el programa “la aventura del saber”). En uno de los capítulos habla de la historia de los números y de como los egipcios podían multiplicar cifras. Si bien ellos usaban un sistema decimal, está claro que este sistema se puede aplicar con cifras romanas y es seguro que, como provincia romana que era, este conocimiento llegó a oídos de los matemáticos de la Ciudad Eterna. ¿Lo usaros realmente? No tenemos noticio de este método mas que por un pairo egipcio, pero yo apostaría mi mano izquierda (claro, yo soy diestro) a que lo aplicó el mismísimo Vitrubio.



Paso a explicaros el método:

Los egipcios tenían un ingenioso sistema para multiplicar y dividir números enteros. Se basaba en la duplicación, es decir, les bastaba con saber sumar y calcular el doble de una cantidad. Veamos cómo multiplicaban 17 por 12:

XVII * XII = ? (usando nuestra notación matemática moderna, que no conocían los romanos, pero es muy clara)

Escribían dos columnas de números; una de ellas comenzaba con el primer número a multiplicar y la otra por uno.

XVII____________I

En ambas, duplicaban la cantidad anterior tantas veces como fuese necesario hasta que los números de la segunda columna nos permitían sumar el segundo factor (12):

XVII____________I
XXXIV__________II
LXVIII__________IV
CXXXVI_________VIII

Donde el segundo factor a multiplicar es XII = VIII + IV, y ambos términos están en la 3ª y 4ª fila.

Señalaban los números que sumaban XII y marcaban los resultados correspondientes de la primera columna:

LXVIII__________IV
CXXXVI_________VIII +
-------------------------------
CCIV___________XII

Es decir, que XVII * XII = CCIV (17 x 12 = 204)



Este método también nos permitiría dividir de forma cómoda. Probemos a dividir 567 entre 27 (DLXVII / XXVII):

Escribimos, otra vez, dos columnas; la primera empezando por el divisor, que es la cifra más pequeña, y la otra columna por uno

XXVII__________I

Y vamos duplicando los números de las dos columnas

XXVII__________I
LIV____________II
CVIII___________IV
CCXVI__________VIII
CDXXXII________XVI
(DCCCLXIV______XXXII)

y nos detenemos, ya que el siguiente número de la segunda columna (XXXII) superaría al divisor XXVII

El dividendo DLXVII se puede escribir como la suma de algunos de los números de la primera columna: en este caso la 1ª, la 3ª y la 5º:

DLXVII = CDXXXII + CVIII + XXVII (567 = 432 + 108 + 27)

Luego el resultado de la división es la suma de los números de esas mismas filas, pero extraídos de la segunda columna: XVI + IV + I = XXI (16 + 4 + 1 = 21)

Efectivamente se cumple que DLXVII / XXVII = XXI (567 / 27 = 21)

Quod erat demostrandum!

Por tanto, ya veis que sabiendo multiplicar por 2 y con un simple ábaco en las manos un romano hecho y derecho podía multiplicar y dividir en muy poco tiempo.

Valete bene in pace deorum.

Q. S. C. Uranicus

Un poco de historiografía sobre el siglo III d.C.

Tomaremos como punto de partida a Mr. E. Gibbon, y su monumental obra History of the decline and fall of the Roman Empire (1776), recientemente traducida al castellano, pues con ella ha influido decisivamente en la historiografía posterior. La herencia que Gibbon había recibido de la historiografía anterior, muy mediatizada por la religión, estaba en ese momento siendo puesta en tela de juicio. Diderot había publicado ya el primer tomo de la Enciclopedia; por su parte d’Alembert había escrito su Discurso preliminar, en donde se consagra a la razón; y Voltaire había publicado su Ensayo sobre la tolerancia, donde considera a los romanos como un pueblo profundamente tolerante –idea que, por ejemplo, choca con el trabajo de Hugo Grocio, quien aplica la teoría del “buen salvaje” al bajo imperio, siendo, por supuesto, los corruptos los romanos-. En este panorama de profunda revisión, Gibbon hace suya la célebre exposición de principios de Tácito, y partiendo de la idea de moda en ese momento: que la pérdida de la virtud republicana es una de las causas de la decadencia del imperio, planteará que el triunfo de los bárbaros supondrá el triunfo de lo irracional sobre lo racional, jugando el cristianismo un papel destacado en esta degeneración. Por supuesto, lo racional no podía ser otra cosa que la edad de oro de los Ulpios-Aelios. En este marco conceptual, el s. III d.C. se presenta para Gibbon como un espacio de tiempo mal documentado, que contrasta inmediatamente con la “edad de oro de los Ulpios-Aelios”. Es el momento de inicio de la decadencia, el inicio del triunfo de lo bárbaro y lo cristiano, el momento en el que la irracionalidad ocupa el poder. Estoy convencido que muchos de los lectores que hayan llegado hasta aquí ha visto la película La caida del imperio romano. La última escena de la película, cuando Livio renuncia al trono, y la voz en off que aparece después, sintetiza perfectamente la visión de Gibbon sobre este periodo.

Esta visión de Gibbon, basada en las fuentes escritas y fuertemente influenciada por el pensamiento de la época, será la compartida por los historiadores del s. XIX como Burckhardt (La época de Constantino el Grande); Mommsem (Römische Rechtsgeschichte); u O. Seeck en su Geschichte des Untergangs der antiken Welt, monumental obra en 6 vols. publicada entre 1897 y 1921. Finalicemos este autor con unas palabras de Arnaldo Momigliano (“Gibbon’s Contribution to historical Method”, Historia, 1954, 458-460): lo nuevo de Gibbon no va a ser sus ideas políticas, morales o religiosas, pues éstas son las mismas de Voltaire, sino que supo comprender el importante papel de los hechos en la Historia y supo ordenarlos y valorarlos. Puede decirse –esto ya es mío-, que la de Gibbon fue la primera historia realizada de forma racional, y en eso radica su importancia y su influencia.

En general, hasta los últimos decenios del siglo XX se mantuvo la visión que de este periodo había establecido Gibbon, principalmente de la mano de Rostovtzeff, y la gran influencia que ha tenido su Historia social y económica del imperio romano. Este historiador va a realizar la primera explicación coherente y sistemática de la crisis, con una metodología concreta –algo que le faltó a Gibbon-, pero condicionada fuertemente por la I Guerra mundial y sobre todo por la revolución rusa. De todas formas, frente a la importancia del fenómeno externo/irracional de Gibbon como causas de la crisis del s. III, Rostovtzeff se va a constituir en el principal exponente de una interpretación basada en criterios internos, si bien siguiendo el mismo paisaje de fondo que Gibbon estableció. Es decir, cambian las causas, pero no el contexto.

Siguiendo esta nueva tendencia, se va a ahondar en aspectos más concretos, pero sin cuestionar el tinte de fondo. Así M. Mazza con su Lotte sociali e restaurazione autoritaria nel III secolo d.C. (Roma, 1974), entre otros, se centra en los aspectos más sociales del tema. De la mano de Rostovzeff se retomará a Weber y su artículo “La decadencia de la cultura antigua. Sus causas sociales” de 1896, abriéndose a otros criterios más puramente económicos que serán seguidos fundamentalmente por la línea marxista de la historiografía como por ejemplo Vittinghoff, o Calderini en I Severi. La crisi dell’Impero nel III secolo (Bolonia, 1946), quien resalta la crisis financiera y la decadencia del comercio. Otros importantes historiadores retomarán las ideas de la “barbarización del imperio”, como F. Altheim, con su célebre obra Die Soldatenkaiser. Todos ellos, vuelvo a repetir, mantienen el mismo concepto de fondo iniciado por Gibbon que llevaría a otro importante historiador como A. Piganiol (Historia de Roma, Buenos Aires, 1924), ha decir que “la civilización romana no ha muerto de muerte natural. Ha sido asesinada”.

Así, en general, los rasgos más importantes del siglo III hasta Diocleciano se pueden resumir en: 1) Ruina económica; 2) depreciación monetaria; 3) depresión comercial; 4) guerras imperiales; 5) intensificación de las rapiñas soldadescas; 6) desastres de la peste; 7) despoblación y bandidaje terrestre y marítimo; 8. abandono de tierras y expansión de la malaria; 9) decadencia industrial-comercial, con tendencia a la autarquía regional y a frecuentes épocas de carestía; 10) lucha entre el ejército y las clases cultas por la dirección del Estado –con victoria del ejército semibárbaro-; y 11) destrucción de las clases privilegiadas imponiendo el dominio del campo sobre la ciudad.

Sin embargo, en las últimas décadas del s. XX se va a producir un significativo cambio conceptual. Para entender lo que va a pasar en la historiografía de este momento hay que retrotraerse en el tiempo y volver al siglo XIX, en concreto a Mommsen quien, además de ejercer como historiador, fue un importantísimo filólogo. Este sabio alemán fue uno de los pioneros de la crítica textual, y rápidamente se apercibió de los problemas internos que atañían a nuestra fuente principal para el conocimiento de esta época, la Historia Augusta, abriendo con su artículo “Die Scriptores Historiae Augustae” -Hermes 25 (1890), 223-300-, un proceso revisionista de esta obra que todavía hoy no se ha cerrado y que desde 1961 puede seguirse perfectamente en los Bonner-Historia-Augusta-Colloquium. Por otro lado, la misma escuela filológica alemana de Mommsen va a percibir la importancia del fenómeno epigráfico y va a iniciar su progresiva catalogación en una faraónica empresa: el Corpus Inscriptionum Latinarum (CIL).

Dejemos, pues, que la crítica filológica siga su curso y que se recojan de forma metódica los vestigios epigráficos que ha legado el imperio romano, hasta llegar a 1989, cuando G. Alföldy publica Die Krise des römischen Reiches. Geschichte, Geschichtsschreibung und Geschichtsbetrachtung. Se trata de una colección de artículos en donde, por así decirlo, se dá un golpe sobre la mesa y se procede a revisar todo el panorama existente hasta el momento. Estudios como el de A. King y M. Henig, The roman west in the Third Century (Oxford, 1981), habían dejado patente que no podía asumirse una crisis generalizada en todo el imperio, pues se mostraba a Britannia y la Pannonia como ejemplos de bonanza económica en este periodo; en otros como el de R. Lee Cleve, Severus Alexander and the Severan Women (Los Angeles, 1982), en donde se recoge por primera vez los epígrafes como fuentes históricas para este periodo -entre otras cosas gracias al avance de la tecnología, que permitía manejar grandes volúmenes y a la labor que durante cerca de un siglo había realizado el CIL- , se comprobaba que la imagen que se conocía para este periodo a través de la combinación de éstos y de las fuentes literarias, era muy distinta a la establecida hasta entonces.

La concepción que se está obteniendo a través de todas las fuentes cambia, estableciéndose que “no puede asumirse una crisis generalizada en todo el siglo ni tampoco en todos los ámbitos, sino que, por el contrario, la evolución histórica sólo permite detectar ciertas “coyunturas de crisis” y la incidencia de éstas es más ostensible en unas regiones que en otras, e incluso en algunos lugares que en otros, aun perteneciendo al mismo contexto geográfico”, en palabras de Gonzalo Bravo -“Para un nuevo debate sobre la crisis del s. III (en Hispania), al hilo de un estudio reciente”, Gerion, 16 (1998), 493-500-.

Surgía entonces un problema. ¿Por qué a través de los testimonios directos se está obteniendo una imagen distinta del s. III d.C. a la que dan las fuentes? El análisis filológico realizado durante estos años vino a resolver parte de esta duda. De nuevo G. Alföldy, en otro interesantísimo artículo “The Crisis of the Third Century as seen by Contemporaries” –recogido en la obra anteriormente citada en su versión alemana-, daba una nueva pista al concluir, tras un estudio pormenorizado de las fuentes, que el habitante del siglo III d.C. no tenía conciencia de estar viviendo en un momento de crisis. Adelantaba una serie de ideas que recogió y completó magistralmente Karl Strobel en Das imperium romanum im 3. Jahrhundert. Modell einer historischen Krise?. Este autor viene a decir, de forma aquí expuesta para que todo el mundo pueda entenderla, que el pensamiento apocalíptico cristiano de los ss. III-V d.C., concebido a través de la idea de que el Apocalipsis estaba cerca, unido a la extensión del mito de la sucesión de las edades, había condicionado las fuentes escritas. Es decir, las fuentes que conocemos para el momento estaban condicionadas, al igual que Gibbon en su momento, por el sentir de la época, que esperaba un inminente Apocalipsis y que veía en todo el último periodo –s. III d.C.-, la última edad, la de decadencia, previa a la segunda venida del Mesias.

En resumen, lo que la historiografía piensa actualmente es que existió una crisis, pero matizada y condicionada a zonas geográficas concretas de las cuales todavía queda mucho por estudiar.

A. Minicius Iordannes Pompeianus

Los contemporáneos americanos de Roma

Conocéis nuestra afición por los contemporáneos de Roma. Ya os hemos dado lata bastantes veces con los chinos Han, con los partos o con los Gupta de la India.

Pero hasta ahora no habíamos hablado de los contemporáneos americanos, no menos meritorios que los Chinos, los Persas o los Indios...

Se puede hacer una brevísima comparativa entre la ciudad más importante del mediterráneo y la ciudad más grande de América por esa época (que podía competir con la Roma imperial)

Mientras por el Mediterráneo se extendía el poder de Roma a unos 9.800 Km. de distancia, existió otra gran ciudad poderosa Teotihuacan. Ciudad cuyo nombre significa “el lugar donde fueron hechos los dioses”, nombre posterior que le dieron los toltecas y aztecas.

Teotihuacán fue la gran urbe mesoamericana contemporánea de la Roma imperial. Aunque ya hacia el 100 a.C. Teotihuacán había sido un asentamiento rural de cierta importancia, es hacia los primeros años de nuestra era cuando adquiere el carácter de gran urbe. En el período conocido como Tzacualli (1-150 d.C.) la ciudad tenía 17 Km. cuadrados y contaba ya con 35.000 habitantes.

Durante el período Miccaotli (150-250 d.C.) llega a su máxima extensión territorial, 22,5 Km. Cuadrados, lo que la haría una urbe más grande que la propia Roma imperial. Aunque, eso sí, su población de 45.000 habitantes era una quinta parte de la de Roma.

En épocas posteriores Teotihuacán se encogerá un poco de tamaño pero su población llegará a los 70.000 habitantes. Era por tanto una de las ciudades más importantes del mundo en su época.

De todas formas las urbes mesoamericanas podían tener los kilómetros cuadrados que quisieran, pero en proporción siempre tendrían menos población que las europeas. No es debido a la "horizontalidad" :-), sino porque el concepto de ciudad en mesoámerica era diferente al occidental.

Eran centros en primer lugar ceremoniales y luego administrativos. El factor residencial no es para nada el principal y se limita a ser secundario, relacionado con las actividades comerciales y burocráticas.

Sólo Technotitlán y las ciudades del lago de Méjico, mil años después, consiguieron escapar a esta norma y ser grandes urbes en el amplio sentido de la palabra. Pero su evolución se vio cortada de raíz por unos barbudos que se duchaban poco.

Unas imágenes de palacios teotihuacanos bastan para mostrar el ingenio de estos pueblos. Por cierto, que en mesoamérica existen diversos ordenes arquitectónicos. ¡Éstos le permiten a uno, del mismo modo que los estilos jónico, dórico y corintio, (que sirven para adscribir más o menos la fecha de construcción de templos) datar la antigüedad de las pirámides mexicanas por la forma de sus bases inferiores!


Por Cl. Salix Davianus,
Tratando de medir el resto del mundo con la vara de medir de Roma ;-)

Con la colaboración de Gnaeus Salix Galaicus

miércoles, 28 de noviembre de 2007

Javea Romana

Jávea está situada entre el Cabo San Antonio y el Cabo de la Nao, punto más occidental de la región. El recinto amurallado que delimita su casco antiguo nos adentra en una población pintoresca, de casas pequeñas y blancas, que ha sabido conservar todo su encanto marinero. En sus 25 Km de costa podremos disfrutar de una amplia oferta turística.

Gracias a su situación, su clima y la riqueza del valle donde se encuentra, Javea ha sido colonizada desde tiempos muy antiguos. Los primeros pobladores pertenecían al Paleolítico como así atestiguan los yacimientos encontrados en la Cueva del Montgó, y en el Cabo de la Nao. Los Íberos, romanos y musulmanes también pasaron por estas tierras.

La conquista romana de estas tierras iniciada a finales del siglo III a.n.e., provocó sobre la población ibérica autóctona unos paulatinos y profundos cambios que llamamos la romanización.

Estas transformaciones afectaron a todos los ámbitos de la sociedad ibérica: economía, religión, lengua, cultura material, etc. Así, desde el siglo II a.n.e. y especialmente a partir del I a.n.e. se multiplican por todo el valle de Xàbia pequeños asentamientos que podríamos definir como explotaciones agrícolas: la Vall de Pexet, la Vall de Sala, la Vall dels Puces, els Benimadrocs, la Vilanova, els Forandons, les Tarraules, les Capsades, el Rebaldí, l'Atzúbia, etc. Sobre este panorama general, algunos yacimientos presentan características peculiares: talleres cerámicos especializados en la producción de ánforas (la Rana, la Teulera), lugares de control o vigilancia (Santa Llúcia) , asentamientos comerciales (la Duana, l'Illa del Portitxol) y la villa-factoría de salazones del Arenal, que estaría vinculada con unas antiguas salinas (en uso, parece ser, hasta el siglo XVII) de las cuales se conserva el canal de la Séquia de la Nòria, excavado en la roca, que comunica el mar con el Saladar.

Prueba de la intensa y rica actividad comercial de época romana son las numerosas ánforas y otros restos de procedencia submarina conocidos, con algunos puntos costeros que fueron utilizados como fondeaderos: el Portitxol, la Duana y tal vez la Caleta.

EL PORTITXOL: COLONIA ROMANA

Si al amanecer pone rumbo al sur desde el Arenal, doble el cabo de San Martín y le impactarán los acantilados cortados a pico, las masas forestales de pinar carrasco, la microreserva botánica y la isla del Portitxol (pequeño puerto), fondeadero natural que dió abrigo a fenicios, griegos y a una antigua colonia romana. El islote, cuya silueta recuerda a un batracio, cierra en parte la playa de La Barraca, encajada entre el mar y la barrera montuosa. De cantos rodados y arena, sus aguas tienen fama por la transparencia de sus fondos y la abundancia de congrios, bogavantes, meros, erizos, corvinas, pulpos, dentones y langostas. Si hace el camino a pie desde El Arenal pregunte por la cruz de piedra del Portitxol, situada en la carretera que domina la bahía. Apenas un kilómetro lo separa de la playa de La Barraca, un paseo inolvidable por la despejada panorámica que se obtiene del mar y de las escarpaduras. La isla se encuentra a unos setenta metros de la playa y se puede ganar a nado si el mar acompaña.

Punta de l'Arenal-Muntanyar

Destaca, por su importancia, el yacimiento de la Punta de l'Arenal-Muntanyar. De este asentamiento, con más de seiscientos años de ocupación seguramente continuada, conocemos un numeroso conjunto de materiales arquitectónicos (sobre piedra tosca), cerámicas, monedas, vidrios y otros objetos que evidencian su relevancia. En el yacimiento, muy destruido por las modernas construcciones, todavía se conservan algunas estructuras excavadas en la roca como son dos grandes balsas que debían ser utilizadas como vivero de peces. A pocos metros de la Punta se situaba la gran necrópolis del asentamiento conocida como el Muntanyar, en la que debieron existir, según cálculos aproximados, más de novecientas fosas de enterramiento.

Ese intenso poblamiento declinará a partir del siglo V de n.e., cuando veremos desaparecer muchos de los asentamientos. En el siglo VII, solo constatamos una cierta actividad en la Punta de l'Arenal, aunque siguiendo las Fuentes podríamos situar aquí el monasterio de San Martín, donde sucedió un hecho milagroso entre el abad del monasterio y los soldados de Leovigildo, rey visigodo. Tal vez, el recuerdo de aquel hecho, haya sido conservado en la toponimia en el Cap de Martí, partida en la que en el siglo XVIII se levantó una ermita en honor de San Hermenegildo, hijo de Leovigildo y mártir de la iglesia católica.

Son muchos y diversos los materiales de este amplio periodo conservados en el Museo. Se muestran cerámicas finas de diferentes tipos, con una amplísima cronología (siglos I al VI de n.e.) que fueron producidas en distintos lugares del imperio: Italia, Mediterráneo Oriental, Galia, Túnez, etc. Junto a ellas, se exponen también otros materiales cerámicos muy diversos: cerámicas de cocina, lucernas, materiales de construcción, pesas de telar y red, etc., así como monedas, elementos de adorno y instrumental de bronce y hierro y piezas fragmentadas de vidrio. Destacan los restos arquitectónicos en piedra tosca de la Punta de l'Arenal (capiteles, basas y remates arquitectónicos) y una inscripción funeraria sobre piedra caliza, procedente de la partida de la Riba.

De la necrópolis del Muntanyar se conservan las piezas de ajuar de vidrio, cerámica y bronce recuperadas en algunas de las tumbas y una de las fosas de enterramiento que fue extraída antes de su destrucción.

lunes, 26 de noviembre de 2007

Frases

"La civilización de Roma no es una ruina, es algo que vive en nuestras culturas: las leyes, la lengua, las costumbres... Todos nos sentimos romanos".

Isabel Rodá Catedrática de la Universidad Autónoma de Barcelona Isabel Rodá y comisaria científica de Roma SPQR (Senatus Populusque Romanus).

¡Están locos estos romanos!

Piense en los romanos. Ésos a los que Obélix no se cansaba de llamar locos. Quizá acuda a su mente la imagen sudorosa de Charlton Heston conduciendo una cuádriga, o de Robert Taylor y Deborah Kerr viviendo una apasionada historia de amor mientras Peter Ustinov, en la piel de Nerón, prende fuego a Roma.

¿Pero qué tienen de real Ben Hur o Quo vadis? ¿Hasta qué punto son fieles a la realidad de la Roma imperial? ¿Dónde termina la historia y empieza la edulcoración? Es difícil marcar la frontera, pero Hollywood, como en muchos otros temas, ha contribuido a generalizar un estereotipo dejando fuera de plano las aristas más incómodas. Por ejemplo, la tolerancia a la pederastia, la crueldad de algunos castigos romanos o el omnímodo poder del padre sobre su descendencia, que provocó que el parricidio se estableciese como una "costumbre" relativamente frecuente.

Era el pater familias el que decidía desde el primer momento el destino de su prole. Cuando nacía un niño en el seno del matrimonio, la matrona lo depositaba a sus pies. Si el padre lo recogía significaba que le aceptaba en la familia, pero si lo ignoraba prácticamente firmaba su sentencia de muerte.

Las relaciones paterno-filiales

El recién nacido era abandonado en la vía pública, donde solía perecer, o era recogido por los tratantes de esclavos, que lo alimentaban hasta poder venderlo. Eran los hijos "expuestos", los hijos expósitos. Ningún bebé con malformaciones se libraba de este destino, ni tampoco los que nacían en una familia con dificultades económicas. En algunas ocasiones, el recién nacido era rechazado por sospechas de adulterio.

Con el paso del tiempo, la relación paterno-filial se desarrollaba basada en un profundo respeto no exento de temor. El domine (la manera correcta de dirigirse al padre) tenía siempre la potestad de decidir la suerte de sus hijos.

Cualquier hombre, independientemente de su edad o estado civil no era considerado ciudadano romano con todos los derechos hasta que su progenitor moría. No podía casarse sin autorización, ni firmar contratos, ni disponer de un patrimonio propio. El padre era el juez de su dicha o su desgracia.

Ciudadanos supersticiosos

El domine no sólo decidía sobre sus hijos, sino también sobre los esclavos que vivían sobre su techo. Podía ordenar su ejecución u otorgarles la libertad para que pudiesen formar su propia familia, enterrar a sus muertos y convertirse en libertos, como eran la gran mayoría de los comerciantes o artesanos. Eran la base de la clase media, algo más acomodada que la plebe, formada por esclavos y asalariados que se alimentaban fundamentalmente de pan y nabos.

Sin embargo, la pompa y el boato escondían una sociedad que se movía a base de sobornos y tráfico de influencias. Los notables ignoraban la ley y se dedicaban a la usura. Eran las cabezas visibles de un imperio formado por millones de ciudadanos supersticiosos, que temían a las tormentas y que consultaban a oráculos y augures cualquier sueño.

Entre las costumbres cotidianas, algunas rarezas. Los romanos salían de casa con el pie derecho y colgaban escorpiones de sus ventanas para pinchar los ojos de los envidiosos. Enterraban a sus muertos a la orilla de las calzadas, decoradas con guirnaldas, para que los transeúntes admirasen sus tumbas y los muertos se mantuviesen al tanto de quién entraba y salía de la ciudad.

Ocultaban su calvicie con pelucas y postizos, mientras que ellas esperaban poder ver de lejos a la mujer del emperador, que era quien dictaba la moda, para copiar su peinado o su tinte de pelo, que generalmente solía ser rojo. Una sociedad chismosa, aficionada al libelo y, en algunos aspectos, decadente a nuestros ojos. Quizá en el fondo tenía razón Obélix y estos romanos estaban locos.

Los romanos toman Madrid

Holografías, maquetas, juegos de luces e infinidad de tesoros arqueológicos componen la muestra Roma, SPQR, organizada por la Fundación Canal. La muestra recorre la vida cotidiana en la Roma Imperial, desde su comienzo con Augusto (siglo I a.C.) hasta su final con Constantino (siglo IV d.C.).


Fuente: PUBLICO.ES

miércoles, 17 de octubre de 2007

El rechazo al humanismo

Card. Ricardo M.ª Carles para LA RAZON

El desprecio hacia las humanidades es un asunto muy serio. Las consecuencias de su desaparición, pueden llevarnos a ver hasta qué extremos caricaturescos conduce su supresión. Hace algún tiempo, en TV, una emisión de temas científicos nos presentaba unos cocodrilos que, en alguna ocasión devoraban a sus crías. La relatora de la TV dijo con toda seriedad algo que casi me hizo saltar de mi asiento: «Esos cocodrilos son, por tanto, antropófagos». Si hubieran devorado hombres -ántropos-, lo serían, pero si comían sus congéneres, eran homófagos, pues comían sus parecidos o iguales. Grave consecuencia de no tener la menor idea del griego. Ello me recordó una anécdota de Unamuno, el gran profesor de Salamanca. Explicando quiénes eran los homófagos, un alumno despistado y que seguramente le había interrumpido más de una vez, le dijo que no entendía lo que acababa de exponer. Unamuno, con un salida muy suya le respondió: «Estaba diciendo, señor X, que homófagos son los seres que se alimentan de animales de su especie. Para que no lo olvide: Si usted fuera homófago, comería besugos».
Las carencias producidas en ese suprimir las humanidades tienen consecuencias nada risibles. Es grave que algún profesor de Derecho Romano de una universidad de Barcelona haya de comenzar el curso explicando a los alumnos qué fue el Imperio Romano, su cultura y sus leyes, pues le pregunta algún alumno por qué estudiar Derecho Romano y no derecho alemán o inglés. Las consecuencias de llegar a la universidad con una cultura tan pobre son un condicionamiento negativo para que el nivel universitario tenga una altura deseable y necesaria.
Esta situación no se debe sólo al rechazo de las letras, sino al rechazo, más grave y peor en sus consecuencias, de la religión. El rechazo a ésta es acompañado de la marginación de la cultura europea que se apoya en la helénica, en la romana y en el cristianismo. Es caminar hacia un futuro en que el hombre se deshumaniza y pierde el auténtico sentido, el porqué de su vida. No podemos hacer de Dios el Gran Ausente sin que el hombre quede absolutamente desnortado.

sábado, 13 de octubre de 2007

El Mare Nostrum valenciano

El litoral de la Comunitat Valenciana registró una gran actividad comercial y portuaria, lo que explica la creación de enclaves notables como los de Saguntum, Ilici, Dianium, Valentia o Sucro

Por José Miguel Vigara, Valencia para
levante-emv.com

«El control del litoral peninsular precedió al dominio de los territorios interiores», tal como señalan Asunción Fernández y Josep A. Gisbert en un amplio artículo dedicado a analizar la importancia de los puertos valencianos en la expansión romana, en el libro II de La Gran Historia de la Comunitat Valenciana. La proliferación de notables plazas portuarias a lo largo de la costa, y el posterior hallazgo de gran cantidad de restos de villae romanas marítimas, de fondeaderos e incluso de pecios, demuestran nítidamente la relevancia que adquirió el tráfico comercial en tiempos de los romanos.
Los puertos valencianos del Mare Nostrum cobraron importancia, en especial despué s de la Segunda Guerra Pú nica (219 a 201 a.C.), cuando Roma pasó a ejercer control sobre toda la costa mediterrá nea occidental.
Por desgracia se sabe poco de ellos, aunque indican los investigadores «muchos eran meros puntos de fondeo que se limitaban a aprovechar las características naturales de la costa, sin construcciones artificiales». Sin embargo, en algunos casos, como los de Saguntum y Portus Ilicitanus (Santa Pola), se han hallado almacenes, cisternas de agua y pequen as obras de protecció n, elementos que los ponen en relación con otros puertos importantes como los de Ostia y Puteoli, ambos en Italia. Su notoriedad en la época está vinculada a la concentració n de ciudades y villas cercanas por donde pasaban las mercancí as.
Durante la guerra civil romana (82 a.C. a 72 a.C.) que enfrentó a Sertorio con los gubernamentales -con Pompeyo al frente-, Dé nia le fue fiel al primero y se convirtió en la base naval de é ste en territorio valenciano. En cuanto a Saguntum, el puerto estaba situado a pocos kilómetros del nu cleo interior. Algunos expertos lo han situado en los Estanys d'Almenara, mientras que otros lo ubican en la playa del Grau Vell.
En Valentia se supone que los barcos entraban por la boca del Turia hasta las cercaní as de la ciudad. Se trataba por lo tanto de un puerto fluvial. Algunos autores sostienen tambié n que se comerciaba en un puerto natural de la Albufera.
El Portus Ilicitanus se hallaba en la actual Santa Pola, pero histó ricamente hizo las funciones de salida al mar de la colonia hispanorromana de Ilici. Algo parecido ocurrí a con el Portus Sucronensis (actual Cullera), que funcionaba como puerto de Alzira (la romana Sucro). Portus Ilicitanus fue un puerto provincial muy notable y uno de los ma s destacados del litoral valenciano de la Península Ibe rica, en buena medida como consecuencia de su vinculación a Ilici.
El mapa de distribución de fondeaderos detectados en el litoral valenciano es consecuente con el nivel de investigación zonal. De ahí, la densidad de hallazgos de la costa de Castelló. Se han documentado puntos de fondeo frente a las desembocaduras de los ríos y barrancos: l'Aiguaoliva, les Salines, la Barbiguera, el Sénia, en la costa de Vinaròs y Benicarló, al igual que en las playas de Alcalà de Xivert, Torreblanca, Cabanes, Orpesa, Benicàssim, Castelló, Borriana, Nules, Almassora y Moncofa.
Tambie n en la desembocadura del río Mijares, actualmente con su formación deltaica en retroceso. Diversos asentamientos costeros de época republicana, como el de Torre la Sal (Cabanes) o la Torre d'Onda (Borriana), villas romanas, como las de Nules y Almenara, o puntos con manantiales de agua dulce a menudo están en conexión con fondeaderos.
Al norte del portus de Valentia se han detectado zonas de probables fondeaderos en el Puig, la Pobla de Farnals, Alboraia o el Cabanyal-Malvarrosa. En este u ltimo, al sur del barranc del Carraixet, vía de penetración hacia Edeta, se han desarrollado prospecciones subacua ticas que manifiestan una notable actividad desde el siglo VI a.C.

jueves, 11 de octubre de 2007

Los euros de hace 20 siglos

Diversas ciudades valencianas de la antigüedad acuñaron monedas incluso antes del contacto con Roma a finales del siglo III antes de Cristo (a.C.), tal como explican los expertos que han escrito el volumen segundo de La Gran Historia de la Comunitat Valenciana.

Algunas de estas capitales, como el caso de Valentia, terminaron su producción antes del cambio de era, y en Saetabis se llegaron a emitir piezas con alfabeto latino antes del siglo I a.C.
A partir de Augusto, las ú nicas cecas que subsistieron en el territorio fueron las de Saguntum e Ilici, que pusieron en circulación monedas de cobre de diferentes valores, pero dentro ya de los patrones romanos. Existían varios tipos. Verbigracia, los ases y semiases, «popularizaron el nombre de los magistrados que gobernaban las dos ciudades y que eran responsables de la emisión, al tiempo que los reversos incluí an motivos relacionados con su vida cotidiana», señalan José Manuel Abascal y Jesús Trelis. Saguntum usó generosamente las imá genes de las naves que anclaban en su puerto mientras que Ilici empleó ocasionalmente las enseñ as militares propias de los soldados que había recibido como ciudadanos.
Junto a las emisiones locales, netamente insuficientes para las transacciones diarias, la zona recibió el aporte de monedas emitidas en cecas de la periferia, principalmente Carthago Nova (Cartagena), en las dé cadas finales del siglo I a.C. y en las primeras del I despue s de Cristo (d.C.). A ello hay que sumar el importante volumen de piezas de Roma.
Dado que las emisiones locales desde tiempos de Augusto fueron exclusivamente en cobre, el uso de los ejemplares salidos de las cecas de Saguntum o Ilici no iba ma s allá de las pequeñas compras de alimentos; para las grandes transacciones y para pagos relacionados con compra de tierras u obras pú blicas sólo pudo emplearse la moneda oficial romana, emitida en metales que incluían la plata y el oro, y con valores suficientes para esas operaciones. A partir de mediados del siglo I d.C., el cierre definitivo de las cecas peninsulares dejó en manos de Roma el abastecimiento monetario del territorio.
Respecto a la circulación en sí misma, los análisis realizados sobre las colecciones pú blicas y privadas que hoy se conocen indican que, en las primeras dé ca- das del siglo I d.C., llegaron frecuentemente a la Comunitat Valenciana piezas procedentes de multitud de talleres, incluso lejanos, como los del valle del Ebro, Andalucía o la Meseta. Si en la mitad norte del territorio las piezas de Saguntum son claramente mayoritarias, en la mitad sur, especialmente en el área de Alicante, las monedas ma s frecuentes son las de Carthago Nova.

Por: J. M. Vigara, Valencia

Fuente: http://www.levante-emv.com/secciones/noticia.jsp?pRef=3683_19_355328__Comunitat_Valenciana-euros-hace-siglos

martes, 2 de octubre de 2007

De primipilis et cassidis (Roma HBO)

o de como somos capaces de enrollarnos comentando una peli (II)

Comentarios publicados en el foro de NRHispania tras la emisión de los dos primeros capitulos de la serie televisiva Roma en Diciembre de 2005

Gnaeus Salvius Astur

Veo que la dichosa serie ha despertado el interés de mucha gente.
Espero que no sea algo pasajero.

He visto algunos comentarios sobre si un primus pilus podría tener una casa grande. En realidad, cualquier centurión se convertía en un miembro de la clase media, y viviría en mejores condiciones que las que se indican en la serie. Un centurio primipilus, en particular, era el centurión de más alto rango de la legión (un puesto demasiado importante y prestigioso para una persona tan joven como el personaje de la serie) y, como ya ha indicado Paulus, era un miembro del Ordo
Equester. Un primipilus no viviría en esa casa tan cochambrosa --viviría en un apartamento excelente en la primera planta de una insula(la planta más cara).

En cuanto a los cascos, ya han indicado otros que, aunque se parezcan a los cascos representados en la Columna Trajana, no disponemos de ningún ejemplo ni siquiera remotamente parecido a los cascos que aparecen en la serie. Y se han encontrado literalmente centenares de cascos, de tal forma que se puede establecer una especie de "árbol genealógico" de la evolución de los diferentes modelos de casco. Lo
más sospechoso es que los cascos de la argolla no parecen guardan ninguna relación con ninguno de los modelos conocidos. Por eso lo más probable es que sean fruto de una licencia artística por parte de los escultores de la Columna Trajana -- su objetivo era construir una herramienta de propaganda, y no ser fieles a la realidad. Por eso, entre otras cosas, tienen carrilleras mucho más pequeñas que las de
los cascos reales, que no dejan ver tan bien la cara de un legionario pero que protegen mucho mejor. Ese tipo de convenciones artísticas son relativamente frecuentes en el arte romano.

Otra cuestión: todo lo visto en la breve escena de la batalla es, por lo que yo sé, pura invención. Lo del silbato recuerda a los soldados británicos del siglo XIX, pero los romanos usaban instrumentos grandes de bronce para transmitir las órdenes -- por eso había tubicines (músicos de tuba) y cornicines (musicos de cornu) en las legiones. Y nadie en su sano juicio se hubiera quedado quieto ante una carga gala
sin disponer de las sarisas de la falange macedónica -- les hubieran machacado.
Sólo tenéis que ver un partido de rugby, fútbol americano o hockey sobre hielo para ver que le pasa a una persona que se queda quieta mientras otra persona llega en carrera y le empuja. Los legionarios cargaban en carrera contra el enemigo al toque de tompreta, más o menos como los galos, aunque luego se reagrupaban con más eficiencia y disciplina y substituían un acies por otro. No tenéis más que leer al
propio César para comprobarlo.

Por último, los romanos usaban ropa interior, se llamaba subligaculum (menciones literarias lo confirman), y consistía en un triángulo de tela que se ponía como una especie de pañal (parecido a lo que llevan los luchadores de sumo, pero sin ser en plan tanga). Lo de que los romanos no llevaban ropa interior es una de esos mitos que cuesta erradicar.

Gaius Rutilius Lentulus

Bueno, el tema del ejercito romano es de mis favoritos asi que aqui tengo que intervenir duramente. Aunque no se sabe exactamente la forma concreta los romanos usaban los instrumentos que mencionas para transmitir las ordenes, pero esas ordenes son las digamos "grandes", las generales. Las ordenes para una centuria, como los relevos francamente dudo mucho, aunque es posible desde luego, que se transmitiesen con esos instrumentos. En el estruendo de la batalla hace falta un sonido muy agudo para que sea audible por aquellos a los que va destinado. A mi me parece una solucion muy buena.

La tactica de combate es perfecta. Cuando uno puede cargar carga, pero nadie te ha dicho que la batalla se iniciaba alli, de hecho no tienen ninguna lanza en la mano, claro que es un detalle que se puede interpretar como un fallo de documentacion, pero visto el resto de la serie no creo que sea el caso. Por lo demas, en efecto si una persona corriendo choca contra otra parada se la lleva por delante, pero creo que no has pillado muy bien el concepto de "infanteria pesada". No es una persona, son un monton, empujandose, sosteniendose, agarrandose, escudos cercanos, casi entrelazados a veces, con armaduras, prueba a chocar corriendo contra eso y veras lo que te pasa. Por otro lado los pilums no eran para combatir eran solo para
lanzar, con ellos no se puede parar una carga mas que lanzandolos por su propia construccion.

En este sentido hay una escena que me gusta mucho, que los romanos tambien hacian por cierto, en Troya. En la batalla a los pies de las murallas hay un momento en que el ataque de la infanteria troyana agrupada, en formacion cerrada, contra los otros que estan en desorden es sencillamente empujar. Si lo consideras de una persona contra otra no tiene sentido, dependeria de la fuerza de cada una y de su cansancio, pero no estamos tratando de personas, si no de unidades militares, el resultado es completamente diferente.

El modo en que combaten, salvo la machada de Pullo, tambien es correcto. La espada corta esta hecha para apuñalar y es el movimiento que se ejecuta, rapido y mortal, no son espadas para ir haciendo esgrima por ahi. Su ventaja es el enorme escudo detras del que te puedes parapetar hasta que el enemigo deja un hueco y entonces le ganas por velocidad y lo apuñalas delandolo fuera de combate, de hecho no tiene ni por que ser una herida mortal.

Francamente a mi toda esa escena me parecio brillante, salvo lo de Pullo, ya digo, que es el detalle "de pelicula".

Con todas sus limitaciones, que las tiene y muchas, os recomiendo ver un reportaje que pusieron en "canal de historia". Es parte de una serie de ellos que se llama "Conquista", este se titulaba "Las armas de los romanos" y se pueden ver unas cuantas cosas muy claramente sobre la forma de combatir de unos y otros en la epoca y por que las cosas eran como eran.

Titus Amatius Paulus

En cada centuria habia un cornicer, un legionario que transportaba un gran instrumento de viento (cornu) que tiene un sonido muy potente, no sabemos si transmitian las ordenes del legado por toda la legion o las del centurion de cada centuria, me parece mas adecuado la primera porque el estruendo de notas discordantes de diferentes ordenes seria caotico y letal en batalla. No hay referencias a la utilizacion de silbatos en el ejercito romano y creo que las ordenes de la centuria las daria el centurion a gritos.

En tiempos de Cesar los romanos no usaban los pilum como lanzas sino como has indicado armas arrojadizas antes de la carga al combate cuerpo a cuerpo. Los romanos solucionaron el problema de enfrentarse a enemigos con lanzas con el scutum que por su gran tamanno y curvatura les premitia apartar las lanzas a empujones hasta llegar a distancia de usar el gladius.

El concepto de infanteria pesada que has dicho es el de la falange helenistica, macedonica o griega: una mas compacta de hombres hombro contra hombro apoyandose por su peso y la superposicion de escudos.
Pero los romanos no luchaban apiñados, para lanzar el pilum hay que tener mucho espacio entre lineas (unos 2 m) y hay que dejar algo de espacio entre columnas para poder atacar con el gladius aunque sea una arma punzante, cuando los legionarios se apiñaban solia ser nefasto (como en Cannas) porque no habia espacio para usar las armas.
Ademas de que no puedes ayudar a tu compannero porque estas a distancia de tu compañero, no tienes una mano libre: con la mano izquierda sostienes el escudo y en la otra tienes un arma. Los romanos diseñaron este sistema de lucha precisamente para hacer frente a dos cosas: las cargas desorganziadas de los celtas y la infanteria compacta de los griegos. Tambien la formacion muy cerrada es perjudicial para la estabilidad porque la caida de uno puede producir un efecto domino.

Gnaeus Salvius Astur

Lamentablemente, nuestro parecer (el tuyo o el mío) tiene poca importancia. Lo que importa es lo que digan las fuentes históricas. Y Vegetius, en "De Re Militari" (Libro II), explica cómo tubae, cornua y buccinae eran empleados para indicar la carga y la retirada, el movimiento de los estandartes y otras maniobras similares.

http://www.pvv.ntnu.no/~madsb/home/war/vegetius/dere05.php#14


Además, tal y como Paulus te ha indicado, cada centuria incluía un signifer y un cornicen. También sabemos que las órdenes se transmitían de viva voz por los oficiales (puedes encontrar su lejano recuerdo en el Strategikon de Mauritius).

Las órdenes en una centuria eran transmitadas, por lo tanto, a través de estos tres elementos: por el movimiento del signum, por el sonido de los instrumentos musicales y por los gritos de los oficiales. En ningún caso, que yo sepa, se menciona un silbato como el que aparece en la escena que comentamos.

Por suponer, podemos suponer lo que quieras. La cuestión es que, si el objetivo de esa escena era representar un momento típico en una batalla, no tiene éxito. Ni se produce la carga acostumbrada, ni se transmiten las órdenes de la forma correcta, ni los legionarios arrojan sus pila al enemigo, ni el equipo que llevan es históricamente válido. Y no son los únicos errores que presenta la serie. Incluso en sus reconstrucciones más acertadas (la reconstrucción de calles y casas) hay gazapos importantes. El Forum Romanum tal y como aparece en la serie, por ejemplo, resulta muy familiar a cualquiera que haya visitado Roma... lo cual es muy mala señal. En la serie aparece el Forum Romanum tal y como era en el siglo IV d.C., cinco siglos más tarde, siendo muy diferente del foro de la época de César (antes de que lo preguntes, sabemos perfectamente cómo era el foro en la época de César).

La serie puede gustarte o no (yo pienso ver los siguientes capítulos el martes que viene), y puede tener sus méritos o dejar de tenerlos, pero su corrección histórica no puede defenderse.

Titus Aelius Nero

Estoy totalmente de acuerdo con Astur en cuanto a la verosimilitud del uso del silbato. Expongo mis razones:

a) está arqueológicamente demostrada la utilización del silbato, al haber aparecido en acuartelamientos y campamentos de campaña.

b)Instrumentos como el cuerno, la tuba, etc, son asumibles para dar órdenes generales, es decir, de Estado Mayor, ya que éstos soldados acompañarían además al mismo: es muy poco plausible que aparezcan estos hombres maniobrando al lado de cada centuria, de cada manípulo. Es tácticamente imposible, y además sería poco operativo.

c) El silbato lo ponen en boca del centurión, lo cual. al tener a su cargo las órdenes tácticas sobre centurias y manípulos, inmediatas por demás al área del combate, es lo más lógico y natural.


ROMA HBO: Impresiones o de como somos capaces de enrollarnos hablando de una peli

Comentarios publicados en la lista de correos de NRHispania tras la emisión de los dos primeros capitulos de la serie de televisión Roma en Diciembre de 2005

Jesús Quintana Herrero (14-12-2005)

Bueno, vistos los dos primeros capitulos comento algunas cosas para los que no la habeis visto en ingles.

Las voces en general creo que estan bien elegidas, algunas incluso muy bien, sobre todo en los personajes femeninos. El problema a mi entender es que dos de los personajes principales tienen unas voces pateticas. Lucio Voreno por un lado y sobre todo Caton. Lo que han hecho con ese personaje es lamentable.

Respecto a la traduccion una de cal y una de arena. Nunca entendere por que pasan estas cosas en las traducciones. Hay momentos en que esta muy bien, incluso cuando se aleja del dialogo original, brillante incluso y hay otros en que sencillamente es absurda. A veces incluso sin sentido. ¿Por que traducen muy bien algunas cosas realmente complicadas y en algunas de las triviales sencillamente la cagan?. Creo que nunca lo sabremos. Los nombres propios en general dejan bastante que desear y los teminos tipicos de la epoca estan relativamente bien aunque no todos.

Para el olvido cosas como Marco Antonio entrando en casa de Acia (termino latino creo, en la serie mantienen Atia), y gritando Dios mio!, cuando en el original dice Dioses!. O ya que la serie resume todos los tribunos de la plebe en Marco Antonio cuando este es investido en ingles al menos dicen "ya eres tribuno de la plebe", mientras que en castellano dice "ya eres el tribuno de la plebe". O ya al absurdo cuando al final del segundo capitulo aparece un tipo gritando, sin confusion posible, "Cesar is in Italy" o sea Cesar esta en Italia, y lo traducen por "Cesar esta en Roma" ¿¿¿¿?????, ¿alguien lo entiende?. Muchos podran decir que solo son detalles.
Afortudamente la mayor parte de las veces asi es, y lo unico que hacen es contribuir a empobrecer la impresion de la serie, sin estropearla, pero incluso mi madre, que no tiene ni idea de todo esto, comento que habia "cosas raras".

Otro detalle es que me parecio que los relativamente abundantes terminos que usa la serie inglesa en latin han sido eliminados. En otros capitulos aparecen cosas en griego y demas.

En fin, la serie sigue siendo buena pero, ¿por que tienen que hacer estas cosas?

Marcus Curiatius Complutensis (14-12-2005)

Españolitos que somos......es la unica explicación posible ;-) Habria que ver si en las otras traducciones a lenguas hispanicas la han metido tan hasta el fondo (la pata), en cuanto a Catón solo una palabra "patetico". El "Cesar está en Roma" fué el remate final a las traducciones. En cuanto a personajes Tito Pullo es el swazeneger de la serie.

G. Minicius Agrippa (14-12-2005)

Para impresión la recreación del taurobolio de Acia-Atia. De imaginarlo y describirlo a verlo. Me impresionó.
Aplaudo el esfuerzo de esta escena, quizás con una cronología adelantada, pero que reviste al personaje de la fuerza que la ficción le otorga. Supongo que en los siguientes Octavia ganará protagonismo como
consejera de Octavio.

L.Minicius Sceptius (14-12-2005)

En EEUU, la serie se terminó de emitir dos o tres semanas antes de estrenarla aquí, pero desde luego los doblajes son, en general, malos. Se comen partes como cuando César, en un buen momento ante Bruto le dice "Estoy mal" en vez de aquello de "Estoy en los límites de mi ingenio" que suena mejor. Catón es insufrible, como una especie de "paisa, barato barato". Han cortado y traducido simplonamente, pero es algo que al menos echen aquí la serie, mal emitida, por cierto, pero al fin y al cabo la ponen.

Por otro lado, dejando de lado la inexactitud histórica que se ve en toda ella, es más cercana que otras (Pienso en "Augustus" o "Cleopatra", folletines modernos mal realizados), quizá porque los autores son aficionados al tema, aunque uno de ellos, John Millius, es dado a los ambientes "decadentes" y "bárbaros". Millius es el director de "Conan", entre otras cosas... Se agradece en la versión original que los actores, británicos en su mayor parte, sigan el modelo de "Yo, Claudio" con menos ampulosidad.

En fin, al menos una serie que no está del todo mal. Refleja las cuestiones políticas, la intriga, un cierto papel de las mujeres que las deja casi como "chicas de alcoba"... aunque claro, el verdadero valor, quizá, habría sido ir antes, a los tiempos de Mario y Sila, y hacer la serie desde ahí. Pero entre el público general, ¡quién los
conoce! se trata de ganar dinero. Ah, y las concesiones de la muñequeras macarras de cuero, aparte de las camisetas kukuxumusu "SPQR" son detalles que bien se pueden obviar, por que si no... (Aunque no los cascos con anilla superior... esos que tanto aprecia Octa Sr. :-P)

Q. Fabius Uranicus Cantaber (14-12-2005)

Por supuesto que hay "detallitos" que hacen saltar las alarmas pero, en general, ha estado mejor de lo que yo esperaba.

La recreación de las calles de Roma es lo que más me ha gustado (se nota que han tirado de la planimetría de Pompeya con buen gusto y mejores resultados que en otras series y películas). Impresiona ver el Foro en tres dimensiones y es realmente novedoso contemplarlo con los templos "a todo color" tal como parece ser que era en la antigüedad. Los detalles de la vida cotidiana son ya un poco más discutibles. por ejemplo, a mi me da la impresión que la gente lleva la toga al estilo griego, bien ceñida y enrollada al cuerpo. También está el estereotipo de que Roma era una ciudad ruidosa y sucia: lo era, efectivamente, pero creo que los productores han gastado demasiado en maquillaje y mugre para ambientar. No se donde leí que la megalópolis de Nueva York no alanzó hasta 1975 un consumo de agua superior al de Roma en tiempos de Cesar (y eso con casi 10 veces más población). los interiores de las casas son interesantes, aunque la casa de Atia me parece demasiado espaciosa (yo le colocaría una docena de calumnas en el implubium, más que nada por seguridad). La casa del centurión Lucio Vorenus en Roma me parece muy espaciosa para ser un humilde cubil... casi es mas grande que mi propia domus.

Efectivamente, el doblaje llega a ser esperpéntico en el personaje de Catón, cosa que dan ganas de quitar el sonido cuando se advierte ademán de que vaya a abrir la boca. Es cierto, eché en falta algún que otro latinajo o expresiones típicas. El colmo fue cuando a los megaprotas en misión de salvamento del águila de oro (¿no eran de plata y eran el símbolo de la legión, no enseña personal del general?) les roban los caballos y solo se le ocurre gritarles "¡hijos de Plutón!": con lo castizo y romano que hubiera quedado un "¡hijos de puta!" clásico. En eso han pecado de pacatos, aunque no se si es cosa de los traductores hispanos o del original inglés.

De los temas sobre el armamento y la parte militar no opino, no es mi especialidad. Por cierto, ¿son creibles esos cascos de cuero que llevan algunos soldados o guardasespaldas de Pompeyo en algunas escenas? interesante también las primeras escenas de combate, con el ingenioso sistema de cambio de lineas a toque de silvato: rápido y eficaz.

Me pareció curioso la proliferación masiva de velas para iluminar los interiores. Tengo entendido que eran muy caras y que el aceite era el principal combustible para las luminarias. De la recreación de las ceremonias religiosas... mmmm... recordad la pantomima del sacerdote y sus acólitos dando vueltecitas en torno a Marco Antonio para investirle como "el" Tibuno.

Lo que si me alegro, y mucho, fue ver durante los créditos iniciales ver fugazmente una recreación de un calendario pintado en los muros de una casa. me pareció francamente bonito y revisaré la escena para verlo mejor y fijarme detalladamente en los dibujos alegóricos de los meses, sin duda sacados de algún mosaico. Yo diria que los calendario se colocaban en las plazas públicas o en los templos, no en los callejones donde poca gente va a consultarlos. En un momento dado de la serie aparece un sacerdote o algo así (por la capa con capulla que lleva, que casi parece un monge trapense de luto) que se dirige por las calles de madrugada para cambiar la fecha en el enorme calendario público. El sistema de la época era ese, insertar un clavo de bronce en el agujero correspondiente a la fecha del día para que todo el mundo lo supiese al primer vistazo. Lo qu noo me dió tiempo a ver era el diseño del extrañísimo calendario, ya que estaba llenos de pequeños nichos colocados de forma un tanto caótica sin orden aparente. También, despues de insertar la bola de bronce, aprieta unas teclas que... en fin, que me lo revisaré fotograma a fotograma para ver qué puñetas estanba manipulando el susodicho.

La trama es bastante imaginativa, pero tampoco hay que ponerse purista en exceso: demosles un poco de licencia literaria. (¿De verdad Cesar perdió su aguila de oro a manos de unos malvados y silenciosos hispanos pintados de azul "a la escocesa" capaces de atrabesar todo el campamento legionario magníficamente vigilado hasta entrar en el Pretorium sin que nadie se entere, salir tan tranquilos y tener tiempo aún para secuestrar a Octavio y ser derrotados por dos supermachotes romanos que habian aberiguado donde estaba el águila antes incluso de que ellos llegaran a su destino?)

Yo le daria un aprobado airoso.

A.Minicius Iordannes Pompeianus (14-12-2005)

Me parece que comparto las dos últimas opiniones que han salido por aquí sobre la serie. De todas formas hay algo que me ha llamado mucho la atención de los mensajes aquí enviados: nos hemos centrado en criticar la traducción y no otras cosas, como ha ocurrido en otras ocasiones (por ejemplo, en la miniserie de Julio César). Yo creo que sólo este hecho es bastante significativo.

Con respecto a la serie en sí, la verdad es que me parece una curiosa mezcolanza. Hay reconstrucciones interesantísimas (i. e. el calendario ya comentado aquí -por cierto, Uranicus, ¿no te suena el modelo empleado? ¿No se conservaba uno muy parecido?-; las calles de Roma, con el detalle de los letreros pintados...), que en ocasiones incluso requiere explicaciones para su completa comprensión que, por desgracia, no se dan (i. e. la importancia del estandarte para la legión, el taurobolio....).

Por cierto, hablando del taurobolio, la escena no me parece un anacronismo. El culto a Cibeles/Magna Mater se atestigua en Roma desde el siglo III a.C. y al menos desde el 191 a.C. tenía un templo en el Palatino. Eso sí, quien recibía el "baño" era uno de los sacerdotes, así que supongo que en la serie se podría interpretar que Attia era una sacerdotisa de Cibeles, lo cual tampoco sería improbable.

Bueno, como decía, en esta mezcolanza también hay licencias al imaginario colectivo, como es el caso del senado romano, que recuerda mucho al cuadro de C. Maccari, que coexisten con violentas transgresiones de este mismo imaginario (i. e. la famosa frase de César al cruzar el Rubicón -soy consciente de que posiblemente no la dijera, pero que quereis, yo la he echado de menos ;;))-).

Y, por último, hay flagrantes "delitos", como es la imagen de César. ¿Dónde está ese calvo lujurioso del que se mofaban los legionarios? Tampoco me gusta demasiado la familia de Augusto. Tengo la impresión de que han juntado a las dos Octavias (Maior y Minor) en una sola y, creo, eso ha generado algún que otro "pequeño" problema de guión, especialmente en el planteamiento del personaje de Attia.

G.Minicius Agrippa (14-12-2005)

Salve Pompeianus:
Comparto en general tus comentarios, sobre la familia de Octavio está claro que los guionistas han necesitado cubrir huecos oscuros de la historia académica para poder preparar la llegada de Octavio en el último capítulo. (Creo que en los siguientes alucinamos). La historia de libro no explica la razón por la que un adolescente alcanza la posición de heredero de César con éxito. Sus apoyos debían de partir de su familia directa y una personalidad de la familia muy especial.
Los guionistas han recurrido al taurobolio para apuntar la fortaleza de Attia. Que sin duda es un recurso de tres estrellas.

Por lo que yo sé durante la republica los cultos mistéricos de Cibeles estaban participados por el pueblo más que por los patricios, es a partir del siglo I d.C. cuando estos se empiezan a interesar por ello hasta llegar a su apoteosis del siglo III.

Decimus Fulvius Agricola (14-12-2005)

Yo, como Uranicus, también doy un aprobado alto a la serie, aunque el doblaje me haya decepcionado bastante. Las voces originales transmiten más vivacidad.

Uno de los puntos que más me ha atraído de la serie es que cómo refleja la naturalidad con que eran vistos tanto el sexo como la violencia, en una sociedad acostumbrada a bregar con situaciones difíciles.

A Uranicus le quería comentar que unos capítulos más adelante vuelve a salir el calendario que tanto le llamó la atención. Quizá esas secuencias le puedan dar más pistas del manejo que le dan los creadores de la serie.

Por cierto, Sceptius comentaba el casco con anillo de los legionarios. Los he visto en un fotograma de la serie y me llamaron mucho la atención. ¿Alguien podría decirme qué utilidad se supone que tenía esta anilla?


A. Minicius Iordannes Pompeianus (14-12-2005)

No es necesario buscar cosas demasiado raras. Octavio era nieto de la hermana de Julio César (o sea, César era tio-abuelo suyo y Attia era sobrina de César). No tengo muy claro el resto del arbol familiar, pero creo que sería el único familiar vivo que le quedaba, ¿no?

Efectivamente, el periodo más importante del culto a Cibeles fue a partir de Augusto, pero no hay que menospreciar su influencia en la República.

Ya he comentado en el mensaje anterior el templo que existía en el Palatino. Junto a ello, por Valerio Maximo se sabe que ya en una fecha tan temprana como el 101 a.C. un "ciudadano ilustre" se consagró sacertode de Cibeles.

La exacta difusión de su culto entre la clase alta durante la República no creo que lleguemos a conocerla nunca, pues no hay suficientes testimonios. Pero el caso es que hubo patricios que rindieron culto a Cibeles en ese momento. Por lo cual, presentar a Attia como sacerdotisa de ese culto no cae en un anacronismo (a menos que Cibeles no tuviera sacerdotisas, pero eso es algo que en este momento se me escapa). Y mostrar este hecho era mi intención inicial.

L.Minicius Sceptius (15-12-2005)

El tema de los grafitis a mí me encanta. Recuerdo que la primera vez que vi algo así en una película "de romanos" fue en el "Satiricon" de Fellini, y me sorprendió muchísimo. Fue la primera ocasión en que
sentí que los romanos no estaban muy lejos de nosotros... esto además tiene un desarrollo muy interesante en posteriores episodios...

Otra cosa que me llama la atención es que, últimamente, se ha puesto de moda hacer películas o series históricas con un alto grado de verosimilitud, realismo, aunque no por ello académicas, que sin embargo, pueden serlo en algunos momentos. Es un apunte más del interés de las personas por ver algo en plan "Ah, eso era así". Será producto de la educación tan mala que se tiene hoy día en las escuelas... ;-)

Cierto el tema de las batallas, es un recurso inteligente por parte de los productores. La trama no puede ser mejor, es la historia. :) aunque sigo diciendo que faltan los huevos de hacer algo así desde los tiempos de Sila y Mario... aunque bueno, siempre tendremos las pelis del infravalorado Steve Reeves... :-)

De las traducciones... es un eterno problema en este y otros países. Siempre se traduce tal cual le sople el viento al traductor de turno, aunque claro, para ser un buen traductor no solamente hay que ser un técnico; hay que tener alma de literato. Y lo digo por los que conozco, que son unos cuantos... :-)

Y las mujeres... ¡¡Si ya he visto toda la serie!! Me parece que en la HBO están dirigidos por un lobby femenino poderoso... Livia de "Los Soprano", las chicas de "Sexo en N.Y."... ¡¡Woman power!! :-D

En fin, en cualquier caso, esta serie es una buena noticia. Refleja un interés, folletinesco, como siempre (Ahora la literatura está de capa caída, y la tele, ¡¡qué gran medio!!) y además está bien que al menos lo hagan siguiendo la guía de los historiadores clásicos, con las licencias correspondientes.

Eso sí, nada nada nada es comparable con lo que Kubrick hizo en "Espartaco", donde además de lo que se ve, está lo que se lee entre líneas... y eso es muy poderoso... ¡¡Si le hubieran dejado hacer su Napoleón!!

Q. Fabius Uranicus (15-12-2005)

Este es un detalle menor, pero da idea del nivel de documentación de los responsables de la serie. No me dió tiempo a fijarme en el calendario de los créditos, pero debería ser prejuliano. Julio Cesar lo reformó en el 46 aC, así que como se aprecie que el octavo mes se llama Augustus, no aparezca Intercalaris o December tenga más de 29 días... lagarto, lagarto. Del otro, tarde unos segundos en comprender que era un calendario y me quedé tan estupefacto intentando descifrar qué estaba haciendo el personaje ese con la bola de bronce y para qué apretaba tal y cual botón que tampoco pude escrutar a fondo el resto del panel salvo ver que se trataba de fechas pintadas y coloreadas.

Tengo noticia de la existencia de restos de casi 50 calendarios históricos romanos, y ninguno está completo como para hacernos una idea global de como era el calendario de la época. Podemos extrapolar unos con otros, cosa que tiene sus riesgos pues ha habido muchos cambios, y atrevernos a dar una reconstrucción mas que apañada y veraz en un 90%. El problema es que de los 50 calendarios conocidos solo uno es de época anterior a la muerte de Cesar.... y está hecho añicos. Creo que están expuestos en los Museos Capitolinos, así que a lo mejor habeis tenido la oportunidad de verlos en directo y la habeis desaprobechado flagrantemente ;-P

La realidad nos dice que los calendario de entonces eran mas o menos como los muestra la serie (véase el ejemplo de los fasti Verulani, reconstruidos y expuestos en el muro de la catedral: http://www.prolocoveroli.it/iti1.html). Se sabe con certeza que uno de ellos estaba grabado en piedra en el Foro romano, aunque no se sabe nada de el, ni su tamaño ni la información que facilitaba aparte de la lista de los días y sus fastos. El resto estaria en plazas o lugares públicos (en piedra) o en el interior de los templos (pintados en frescos). La cosa es que a Cesar y sus sucesores les entro una fiebre tremenda de crear fiestas y nuevos festivales con juegos, así que cualquier calendario se quedaba trasnochado a los pocos años. Eso nos ha venido muy bien porque los viejos servian de piedras para contruir o se pintaba encima: eso al menos ha hecho que algunos nos llegaran con más o menos fortuna. En cambio no tenemos prueba ninguna de los cambios que se hicieron antes del 84 aC.

El modelo tiene que ser, por fuerza, el de los Fasti Antiates Maiorum (o Veteres), encontrado en Anzio en 1915 (http://www.elenalandi.it/restauro_virtuale.htm), típico calendario con letras rojas y negras de facil lectura pero poca información. Se supone que la gente conocía de sobra todas las implicaciones religiosas y ceremoniales de cada jornada, así que se emitian detalles obvios... para desgracia de las generaciones futuras.

Lo que me intriga, y no he podido dormir a gusto, es lo de la dichosa bola de bronce incrustada, que ya me gustaría saber de donde se han sacado ese modelo que no es real. ¡Ojo!, no es real prque no se ha encontrado nada parecido, pero eso no quita que no sea plausible. Se conocen pequeños calendarios "de pared", de los que tenemos todos en casa, en el que no se detallaban todos los meses sino que solo los días de un mes prototípico y se insertaba un pequeño calvo en la fecha. cada día alguien se encargaba de cambiar el clavo al siguiente lugar para que todo el mundo pudiera saber la fecha. Esto, llevado a gran escala, es lo que hace el encargado ese subiendose a la escalera y desafiando a la fortuna y a la ley de la gravedad.

Si yo fuera Pontifex Maximus montaría algo tal que así de lustroso.... con un hermosos reloj de sol al lado para completar el "pack": Tempus fugit.


Supongo que en futuros capítulos se abordará la faceta de Cesar de promulgador masivo de edictos y entre ellos a ver si se dice algo del nuevo calendario... aunque me temo que le darán más planos a los achuchones a Cleopatra. En realidad, fueron los achuchones de Cleo los que le inspiraron la reforma y que Roma se pasara al bando de las civilizaciones con un calendario solar.


[Jesus Quintana dixit]
Yo no note ninguna proliferacion de velas. A que escenas te refieres?. Si que recuerdo que en la taberna lo que tenian era lamparas de aceite y que en los altares de las calles habia velas si, como ofrendas supongo.

La escena de la taberna es una, pero también en las de interiores de prostíbulos, casas y templos. Apenas vi un mínimo puñado de lamparas de aceite. Por cierto, eran velas de parafina de la mejor calidad, no de amarillenta cera de apis melifera de las de toda la vida. Las velas eran caras de hacer si las comparamos con el poco esfuerzo de llenar una lamparilla con aceites. Eran útiles para los militares para marcar los cambios de guarda nocturnas: las velas de igual grosor se consumen a una velocidad equivalente y se vigila hasta que se consuman cierta longitud para dar la voz de cambio de vigilia. Entre los civiles esto era un lujo hasta el alto Imperio.

lunes, 12 de marzo de 2007

El lupanar de Pompeya

El Lupanar: El prostíbulo de Pompeya

http://www.lostiempos.com/oh/11-03-07/11_03_07_actualidad2.php

Fotos EFE y archivo
El antiguo burdel de la ciudad romana fue descubierto en el siglo XIX Estuvo cerrado un año y nuevamente se abrió al público en octubre de 2006. es el edificio más visitado y comentado del sitio arqueológico. Testimonio de las costumbres sexuales de la época
No es el más suntuoso ni el más importante, pero es el edificio que mayor cantidad de visitantes atrae. Desde su reapertura en octubre del año pasado, cientos de curiosos y turistas no quieren perderse la oportunidad de conocer por dentro el lupanar de Pompeya, el lugar donde 2.000 años atrás las prostitutas prestaban sus servicios en la ciudad romana que quedó sepultada por la violenta erupción del volcán Vesubio el año 79 después de Cristo.
En Pompeya, la prostitución no estaba prohibida y eran los esclavos (de ambos sexos) traídos de otros países como Grecia, los que en su mayoría se dedicaban a esta actividad. Una de las características del lupanar, descubierto por los investigadores en 1862, es que fue construido exclusivamente como lugar de citas y no cumplía otras funciones como ocurría con una veintena de sitios en los que también se ejercía la prostitución, pero que a la vez eran posadas, hosterías y casas particulares.
La edificación tuvo un primer intento de restauración en 1949 cuando los arqueólogos trabajaban tratando de recuperar las zonas de la ciudad antigua afectadas por la Segunda Guerra Mundial; sin embargo, no fue hasta 2005 que se inició una intervención completa con una inversión de $us 250.000.
El lupanar está ubicado en la zona más antigua de la ciudad. En la intersección de dos de sus calles secundarias, y cerca de donde estaban ubicados los baños, tabernas y posadas. Todo el complejo arquitectónico no tiene grandes dimensiones y por eso el ingreso debe hacerse en pequeños grupos. Al entrar lo que más llama la atención son las escenas eróticas pintadas en la parte superior de las puertas de las habitaciones. En cada una de ellas aparecen parejas realizando distintas posiciones sexuales que, a decir de los investigadores, no tenía fines decorativos, sino que era una especie de "catálogo" que indicaba al cliente la "especialidad" de la persona dentro de cada cuarto.
Las camas están hechas de ladrillos y pegadas a la pared. Sobre ellas se colocaban un colchón que servía de lecho para los amantes.
En las paredes aún es posible ver las inscripciones dejadas por clientes y por las chicas que trabajaban en el lugar. Se han podido identificar apenas 120, entre grafittis, frases y nombres de las prostitutas o de sus acompañantes. Lo curioso es que muchos de esos escritos contienen mensajes similares a los que hoy uno puede leer en cualquier baño público de Italia o de Bolivia. Desde el "fulano ama a sutana", hasta los que se jactan de sus dotes sexuales.
En el piso superior se ubican cinco habitaciones con balcones desde los cuales las mujeres llamaban a los varones que pasaban por la calle. Los cuartos son más grandes que los cinco del primer piso. Se supone que estaban destinados a clientes de mayor poder adquisitivo, aunque los investigadores coinciden en señalar que este prostíbulo estaba destinado a los sectores populares, ya que los ricos contaban con sus propios esclavos y esclavas para satisfacer sus placeres.
Es probable que en Pompeya, del mismo modo que ocurría en Roma, las meretrices que trabajaban en estos sitios estaban obligadas a registrarse legalmente, pagar impuestos y seguir ciertas normas que las diferenciaba de las otras mujeres. Por ejemplo, cuando salían a la calle tenían que utilizar una túnica de color marrón rojizo y el cabello teñido, caso contrario podían colocarse una peluca amarilla. Se dividían en diversas clases, según el lugar donde trabajaban y los clientes que atendían. No todas eran ex esclavas, ya que en algunos casos provenían de familias patricias con dificultades económicas.
Los prostíbulos no eran un ámbito exclusivo para las mujeres; los hombres, especialmente ex esclavos jóvenes, se prostituían y atendían tanto a personas del mismo sexo, como a mujeres.
El lupanar que ha sobrevivido en esta vieja ciudad romana al sur de Italia parece ser sólo el testimonio de usos y costumbres sexuales que caracterizaron a todo el imperio romano. Sus paredes hablan y nos develan que pueden pasar miles de años, pero la naturaleza humana repite conductas.

miércoles, 24 de enero de 2007

Una Cena romana

CONVIVIUM

1._INTRODUCCIÓN
2._HORARIO
3._ ¿QUÉ COMÍAN LOS ROMANOS?
4._MENÚ (COMIDA Y EBIDA)
5._CEREMONIA
6._ ETIQUETA Y COSTUMBRES


1.____ INTRODUCCIÓN _____


“Non amplitud, sed munditer convivium; plus salis quam umptus”.Cornelius Nepus.
Para el banquete romano se utilizaba el término “convivium”, también se usaba el término latino “cenatio” y el llamar al habitáculo donde se cenaba “triclinium”, deriva de los lechos que eran usados para comer.
A lo largo de la explicación se detalla y desglosa el funcionamiento de un “triclinium”, de qué se componía, cuál era el uso y función de cada objeto, cómo estaba decorado, cómo funcionaba en general y que personas estaban encargadas del mismo y cómo era un “convivium” en una casa de clase patricia.
El visitante se sumergirá en las costumbres de una auténtica cena romana, con los rituales de sus gentes, donde poder saborear los manjares y beber los caldos de esta fascinante época.
¡Túmbate, disfruta, saborea y vive nuestro “convivium” al que estás invitado!

2._ __ HORARIO_____


La cena constituía la comida más importante del día. Se hacía muy pronto, sobre nuestras horas 16 y 17 y, si por cualquier motivo ésta se retrasaba, se hacía una merienda sobre las 16 horas actuales.
Se cenaba después del baño después de la hora octava en invierno y de la novena en verano.
En cuanto a la hora en la que terminaba dependería mucho de la cena pero solía ser antes de que llegara la oscuridad en verano y en el transcurso de la primera hora nocturna en invierno.

3. ___ ¿QUÉ COMÍAN LOS ROMANOS? _____


Eran especialmente apreciados los peces, crustáceos y mariscos del mediterráneo. Las carnes y productos lácteos y legumbres y verduras de toda Italia.
La alimentación de los romanos aunque nos parezca mentira, no difería mucho de la nuestra con la excepción del “garum” que era utilizadísimo, la miel para platos que no eran postres, mucha pimienta, especias y hierbas. Los aceites de Picenum y de Sabina. De Hispania la salmuera para los huevos. De la Galia la charcutería. De Oriente las especies. Vimos y frutas de todo el orbe. Los higos de Chios. Limones y granadas de Africa. Los dátiles procedentes de los oasis y las ciruelas de Damasco.

4.____ MENU ____________


Nos vamos a centrar en recrear una cena de clase media-alta. Además tomamos como base distintas fuentes escritas donde se describe un menú llamémoslo moderado y frugal de esta época y que para nuestras costumbres nos parece desmesurado. Pero en este punto, no debemos olvidar que los romanos no tenían un desayuno y comida como los que actualmente tenemos costumbre tomar, pues su desayuno constaba de un vaso de agua y como mucho algo de pan y queso sobrante del día anterior, y la comida era algo ligero, estilo las comidas anglosajonas de hoy en día.
Dejaremos a un lado las excentricidades y exageraciones como las que describe Petronio pues no era lo usual.
Los excesos no estaban bien vistos y se inclinaban hacia las costumbres republicanas que se heredaron de la población campesina del Lacio.
Cicerón, advierte a su hijo a la hora de sentarse a la mesa que “el apetito debe estar subordinado a la razón”.
La cena romana (ad ovo usque ad mala) constaba de tres tiempos en cuanto a la comida y estaba compuesta de 7 platos o “fercula”: los entremeses, 3 entrantes y dos asados, dos postres y la “comissatio” o sobremesa (optativa):

1º.- “Gustaticium”.
Es lo que hoy llamaríamos entremeses que podrían estar compuestos por huevos, alcaparras, aceitunas, dátiles, “allec” (restos sólidos de “garum” sobre el pan), pistachos, hogazas de pan, “ephippium” (paté de aceitunas negras, especies, vinagre y aceite) y queso con hierbas.
Este plato se describió por Catón en “De agricultura” y por Virgilio en “Appendix Vergiliana”
A estas entradas se pueden añadir o sustituir por otras como “defrutum”, mosto hervido con mucha miel para servirlo con queso, también legumbres…..
En los aperitivos se usaba sobretodo la pimienta y algo de picante para abrir el apetito.

2º. Tres entradas y dos asados.
Las entradas podía estar compuestas por ejemplo por “porros cum colicolorum” (puerros envueltos en hojas de col), albóndigas de calamares en salsa de cebolla,”tisanam barricam”(sopa de cebada),”fabam vitellianam” (puré de habas a la viteliana),”polypus”(pulpo)……..
La segunda parte estaba generalmente compuesta de dos asados y podía ser de carne, pescado o ambos.
Dentro de este apartado se comía cerdo, pollo .El buey, el ciervo y aves exóticas estaban reservadas para los más pudientes.
Aquí entrarían platos como pollo numídico, pierna de cerdo con cebada acompañado de ensaladas decorando o como guarnición…..

3º._ “Secundae Mensae”
Era lo que hoy conocemos por postre. Tiene este nombre pues era habitual que para esta nueva fase gastronómica los invitados pasaran a otra mesa.
Para los postres romanos se usaba en gran cantidad leche, miel y en algunos también pimienta.
Los postres iban desde frutos secos a frutas pasando por platos más elaborados tales como los dátiles rellenos de frutos secos, pimienta y caramelizados con miel, las “tyropatinam” (natillas), pátina de peras…….
Por supuesto algunos, si tenían espacio en sus estómagos, terminaban con la manzana.
Plinio el joven escribía que en la confección de un buen menú han de alternarse los platos suaves o dulces, con otros más condimentados y fuertes, pues tal estrategia sirve para estimular el paladar de los comensales y seguir ingiriendo y degustando.

4º._ BEBIDA
Toda la cena romana estaba regada de caldos de distintos matices y lugares de origen .El “mulsum” se servía con las entradas y tenían especial importancia los caldos durante los postres como veremos más adelante.
Igual que actualmente había clasificación para los vinos y se guardaban en ánforas con etiquetas acerca de su origen.
Los vinos rara vez se tomaban solos pues se rebajaban con agua y en las clases mas pudientes se enfriaban con nieve.
No es raro descubrir que ciertos anfitriones, servían hasta tres tipos de vinos distintos a sus invitados y en función de su posición social, es decir, para él y sus más apreciados invitados el mejor, y los peores para otros de distinto estrato social. Esta práctica claro está dependía del anfitrión y de sus modales y se ganaba con ello muchas críticas.


5.______CEREMONIA ________

PREPARATIVOS.
Antes de referirnos a los preparativos tenemos que tener en cuenta la importancia en las casa romanas de la cocina. La cocina (“culina”) era la contenedora del fuego y era el lugar de los lares. No olvidemos que los lararios se colocaban en un lugar próximo a la cocina.
Todo el mundo romano estaba embebido de su mundo místico y en las casa pasaba igual. La despensa era denominada “penus” y era el lugar de los penates.
También podían existir habitaciones de tamaños reducidos “cella penaria” o “promotuarium” a modo de pequeñas despensas, “carnarium”, o habitáculo para almacenar la carne colgada en ganchos,“apothecas” habitáculos orientados al norte donde se guardaban los vinos y cualesquiera otros recintos que pudieran contener, aceites, legumbres, depósitos etc.
Antes de un banquete, los esclavos desde el primer rayo de sol limpiaban y adecentaban la domus dirigidos por un esclavo de categoría superior. La señora de la casa daba incesantes órdenes al “atriense” al “dispensator” encargado de las finanzas de la casa y por lo tanto responsable de adquirir los ingredientes o al “cocus” o “pistor” ayudantes de los anteriores.
Los cocineros y a lo largo de la cena los trinchadores (que hacían exhibiciones y se formaban en prestigiosas academias) tenían una importancia vital pues, de sus habilidades dependía el buen curso de la velada. Con la cena no sólo se pretendía demostrar una posición, unas influencias o unas amistades, sino agradar a los invitados y que todo fuera extraordinario para poder disfrutar de la mutua compañía.
El jefe de cocina recibía el nombre de “archimagirus” y el despensero “cellarius”.
Las invitaciones a estos banquetes, podían hacerse de forma directa y verbal o bien mediante un esclavo (“nomenclator”, “uocator”o “invitator”) al que se enviaba a las casas de los invitados o mediante un emisario.
La matrona hacia una ofrenda de comida, flores y el fuego en el larario de la “domus”.

OBJETOS
Aparte de los utensilios propios de los eslavos para limpiar como trapos y escobas, por los cocineros para preparar la comida, como cuchillos, cucharas etc. había otros objetos tales como recipientes, fuentes, platos, vasos……
En cuanto a los materiales de los mismos, dependían de las riquezas de los anfitriones pues podían ser de cerámica, de bronce, de plata, de oro, de vidrio e incluso algunos tenían incrustaciones de pedrería.
La comida junto a estos objetos y muebles de la casa, la decoración etc. determinaban la condición del anfitrión por lo que tenían gran importancia.

YA LLEGAN LOS INVITADOS…..
Las cenas se servían después de que los invitados hubieran tomado sus baños y llegaban perfectamente limpios y perfumados.
El “nomenclator” era el encargado de ir nombrando a cada uno de los invitados y los designaba en cada lecho y dentro de este en el espacio que por posición social, amistad etc. debía ocupar.


COLOCACIÓN
En los “triclinia”se revivía la “salutatatio” que tenia lugar en el atrio pues se diferenciaba perfectamente la posición social de cada comensal, la jerarquía frente al que convidaba y la estima en el que el patrón tenía a cada uno.
Los invitados y anfitriones se tumbaban sobre los “triclinia”, que eran signo de una determinada clase social, elegancia y aunque nos resulte curioso hoy en día, de comodidad.
Los “ticlinia” eran mesas cuadradas que formaban una U. La zona donde no había lecho para tumbarse es la que utilizaban sirvientes y esclavos para servir, limpiar, colocar y retirar platos, vasos y demás utensilios.
Pero no todo “triclinium” tenía forma de U pues los había redondos los “stibadium”o de dos espacios “biclinium”. Se utilizaban y ubicaban, siempre que los dueños fueran pudientes, de distinta forma pues había habitaciones destinadas a albergar “triclinia” en verano orientados al norte con grandes puertas y ventanales para poder apreciar espléndidos peristilos exquisitamente ornamentados con toda clase de árboles, plantas y flores, fuentes y obras de arte (pictóricas en los murales que cobijaban el peristilo y escultóricas, ya fuera propiamente en el jardín o en los pasillos del propio peristilo) y, de invierno orientados al sur y más recogidos y resguardados.
Los “triclinia” estaban adornados de muy diversas maneras pero lo habitual eran mosaicos que hicieren con sus teselas las propias formas del los lechos, o podían representarse desperdicios tras un banquete etc.
En cuanto a las paredes, techos, artesonados y demás, dependía mucho de los gustos de los dueños de la casa. Para los comedores de invierno se utilizaban los hipocaustos y braseros y dado que las ventanas en ellos eran pequeñas así como sus puertas, y por ende, la ventilación era escasa a fin de conservar el calor, se recomendaba utilizar colores oscuros Como el bermellón, el ocre con zócalos u ornamentos en negro a fin de camuflar en la medida de lo posible el color negruzco que impregnaba las paredes debido a los materiales de combustión de las lucernas y braseros.
Los de verano solían contener otros colores más vivos y alegres bien abiertos para contemplar el peristilo en primavera y verano. Incluso algunos se encontraban al aire libre cubiertos por toldos y pérgolas.

El típico “triclinium” con forma de U, tenía una longitud que era el doble, más o menos a su anchura. Se componían de unas mesas de madera donde se colocaba un colchón, cubrecama y cojines.
Los cojines separaban cada plaza y en la parte de la cabecera donde éstos se situaban, era más elevada que los pies de manera que quedaba por encima de las mesas donde se colocaban bebidas y comidas con el fin de tener un amplio panorama de lo que había y de llegar a los manjares con mayor facilidad.
Los “triclinia” tenían una capacidad para entre 7 y 9 comensales. El comedor que los albergaba tenía una capacidad para 27 -32 comensales es decir 3 “triclinia” o 4.

Los “triclinia” se componían virtualmente de tres espacios perfectamente diferenciados donde existía a la hora de colocar a cada invitado una estricta jerarquía y etiqueta que rara vez era modificada.


LECTUS MEDIUS: Lecho de honor, no tenía a nadie enfrente y dentro de éste, el mejor sitio era la parte derecha el llamado “locus consularis”.
LECTUS SUMUM: En importancia se situaba a la izquierda del anterior y dentro de éste el sitio de honor era el de la izquierda denominado “fulcrum”.
LECTUS IMUS: A la derecha del medius, y dentro de éste la mejor posición, el “fulcrum”, lo componía la parte izquierda.


En cada “triclinium” se acomodaban entre 7 y 9 comensales. Si había más, se disponía de otros “triclinia”.Pensemos que un comedor romano tenía capacidad para unas 27 a 36 personas, es decir, tres ó cuatro “triclinia”.
En el medio del “triclinium” se ponían como mucho dos mesas, que solían ser de mármol o madera. La mesa del centro tenía el nombre de “cilliba” a la que solía acompañar otra, “cilibatum,” que hacía la función de auxiliar y sobre ella descansaban las bebidas.
Se esperaba de todo comensal que mantuviera las costumbres y el decoro propio de su sexo y condición social.

VESTIMENTA Y ASEO
Una vez posicionado en el lugar a ocupar durante la velada, se procedían a quitar las sandalias y lavar los pies bien los esclavos del anfitrión o los que incluso pudiera llevar el invitado. La costumbre de lavar los pies, refleja el carácter ritual que tenían estas cenas para los romanos A continuación los hombres que se lo pudieran permitir se despojaban de las farragosas togas y se ponían la “synthesis”, una muselina ligera muy cómoda y que incluso a veces se cambiaban entre platos.

ACOMODO
Se tumbaban con su codo izquierdo acomodado en un cojín y extendían su servilleta que habían traído cada uno de su casa aunque también las podía ofrecer el anfitrión. Dicha servilleta, servia para llevarse (costumbre bien vista) restos o trozos de la comida que componía la cena, a casa, los “apophoreta”.
En cuanto a desde cuando empiezan a utilizarse estos lechos, parece que es a partir del año 187 a.C que llegan procedentes de Oriente y pasan por distintos cambios de formas y materiales. Los primeros eran de oro o plata de estilo púnico hasta que estos desaparecen del todo con la guerra civil de Sila.
Hasta el siglo I a.C como dice Plinio eran de madera de arce o roble, redondos macizos y no muy grandes. Es en la época de Augusto, es cuando comenzaron a hacerse cuadrados y encajados.
La posición de los niños y mujeres en el comedor fue evolucionando desde situarse a los pies del”pater familias” a ponerse en una silla delante del mismo. Esta evolución claro está dependería de cada ambiente, de la moral de cada “domus” etc.
Esta costumbre de reclinarse para cenar es ciertamente antigua para los hombres en Roma, pues en los sepulcros etruscos hay representaciones de esta manera (aunque aquí aparecen también las esposas tumbadas, pero ¡ojo! que la posición de las etruscas en su sociedad en nada se parecía al comportamiento que se esperaba de una matrona romana).
Generalmente hasta que no se hubiera alcanzado la edad adulta los hijos no asistían a estos banquetes.
En cuanto a las mujeres se mantuvo durante largo tiempo la costumbre de permanecer sentada a los pies o frente al marido para evitar comportamientos deshonestos.
Llegados más o menos a la época Imperial, las mujeres de forma más bien general, se tumban en los “triclinia”junto a sus maridos, lo que supone un importante paso adelante para las mismas y un reconocimiento dentro de la vida social.
Por supuesto, toda matrona que se precie ha de mantener un decoro y actitud con la comida y sobretodo con el vino intachables. Para evitar “descarrilamientos” en las féminas, éstas se encontraban en todo momento vigiladas por sus maridos y familiares pero para el caso de alguno estuviere tentado a incitar a una dama sirva el ejemplo en un comedor de Pompeya en el que hay un grafito en el que se lee que no hay que mirar con concupiscencia a la esposa ajena.


COMIENZA EL BANQUETE
La comida y la bebida se llevaban por los “ministratores” en el orden en el que se explicó en el menú. Entre los platos se limpiaba la mesa con un paño por el sirviente correspondiente.
El “structor” troceaba y repartía los alimentos. Esta figura contaba con una instrucción el corte y preparado de la comida extraordinario. Su habilidad incluso servía para entretener a los comensales.
Los comensales, no utilizaban tenedores aunque para algunos alimentos si se utilizaban cucharas No se utilizaban habitualmente en este tipo de comidas cuchillos y se cogían los alimentos sólidos con las manos, por lo que la comida romana estaba perfectamente desmenuzada.
Los instrumentos que los comensales y sobretodo los cocineros utilizaban eran diversas clases de cuchillos, mondadientes, y cuchara como el cacillo o “trulla”, la cuchara o “lingala” de más de 1 cl.de capacidad y una cuchara puntiaguda o “cochlea” destinada a mariscos y huevos.
Se cogía con las yemas de los dedos procurando no mancharse todo el dedo y la mano. Había esclavos los “analecta” (se ocupaban del lavado de pies inicial, de manos y limpiado de mesa) dedicados al lavado de las manos de los comensales que pasaban frecuentemente con agua fría perfumada, como el agua de rosas. Este sirviente posteriormente secaba las manos con un trapito que llevaba en la otra mano.
Los “ministradores” durante toda la cena no dejaban de llenar copas reponían panecillos etc .Dentro de este tipo de esclavos, había dos categorías, los que se encargaban de la comida y los de la bebida.
Los escanciadores eran muy apreciados y se prefería que fueran sirios o frigios por lo exótico de sus rasgos.
Los más jóvenes (con pelo largo) se encargaban de servir el vino y en algunos ambientes hacían las veces de amantes. Esta práctica era repudiada por algunos sectores que criticaban el exhibicionismo que el amo hacía de los mismos y que se usaran para prácticas sodomitas pues la pederastia estaba” menos peor vista”.
Los “ministradores” estaban uniformados y sabían perfectamente cual era su lugar y su dedicación.
Una vez servidos los entremeses, los sirvientes retiraban platos, limpiaban mesa y manos y se pasaba a los entrantes regados con “mulsum”.
Durante toda la cena había un maestresala que era un esclavo de cierta categoría que era el que anteriormente habian preparado el comedor y se encargaba, vigilando en todo momento, de dirigir a los esclavos que servían, limpiaban, rellenaban copas…..
Los desperdicios eran tirados al suelo, sin que estuviera esta costumbre mal vista. Por ello Vitruvio, recomienda para este tipo de salas mosaicos que contengan desperdicios (como raspas o huesos) o bien, que le pavimento sea negro y poroso pues se nota menos la suciedad y los poros pueden absorber la grasa.

ENTRETENIMIENTOS Y DIVERSIONES y RITUALES
La diversión que primaba en toda cena romana sin duda eran las conversaciones, los chistes, los cotilleos, la última lucha de gladiadores o las tramas políticas. Además y dependiendo del bolsillo y los gustos y clase del anfitrión durante toda la cena se les entretenía por ejemplo con música, gladiadores, y en algunos casos por desgracia con escenas de tortura, personas con discapacidades físicas o psíquicas…..
Se pasaba un esqueleto a los comensales y cada uno de ellos repetía “carpe diem” como forma metafórica de decir aprovechad el hoy y el ahora que mañana no se sabe que pasará.
Tras las entradas y una vez degustados los asados acróbatas y bailarinas entretenían a los comensales.

POSTRES y “COMISSATIO”
Para el postre se cambiaba la mesa, y se barrían los desperdicios.
Antes de pasar al postre propiamente dicho se jugaba a las adivinanzas, a una especie de bingo o el anfitrión regalaba y ofrecía a sus invitados tarritos de perfume para que se refrescaran. Además se ponía a cada comensal una corona de flores anuncio de que llegaba el postre. El postre ser servía con algún tipo de representación de Priapo guardan de la huerta y alimentos de la “domus” (aunque algunos comedores ya contaban con representaciones fálicas de grandes tamaños adosadas a paredes).
Este ritual de perfume, los inciensos (de mirra, canela, cinamomo..) y flores cumple una función especifica que es la de desodorizar el habitáculo, y refrescar tanto el ambiente como a los comensales. Estos perfúmeles no se traían y extendían antes pues su aroma podría desvirtuar el gusto de los platos servidos.
Consumido el postre, podría haber bufones o bailarinas con castañuelas gaditanas. También podía haber pequeñas representaciones de comedias y lecturas de trozos de obras y poesías.
En esta fase, si el anfitrión era acaudalado y generoso, obsequiaba a los invitados con perfume, mondadientes, una obra literaria, un esclavo, un “stibadium”……
Terminada la cena se seguía en algunos ambientes (los más pudientes) con la “commisatio” (especie de borrachera protocolaria) en la que se bebía un trago el vino siguiendo las instrucciones que el anfitrión pusiese. Solían beberse de 1 a 11 copas y se brindaba por la salud o la buena suerte se la bebía el anfitrión y la pasaba al siguiente siguiendo el mismo ritual todos los comensales.


6.____ETIQUETA Y COSTUMBRES ________


Los eructos constituían una cortesía justificada e incluso los médicos de la época de Marcial recomendaban no solo los eructos sino los gases intestinales.
Las necesidades fisiológicas tales como orinar, no requerían que el comensal se levantara de la mesa pues los esclavos del anfitrión o los que el propio invitado llevara ponía una bacina en su pene y posteriormente lo limpiaba.
Los esclavos que el propio invitado pudiera llevarse, no hace falta decir que estaban dedicados y pendientes exclusivamente a cualquier necesidad de su amo. Estos esclavos se colocaban junto a los pies de sus amos de pie, nuca sobre el triclinium.
No era extraño que en estas cenas “se colaran personajillos” que en foros, portales, termas etc. adulaban al anfitrión a fin de que les invitara prometiéndoles estupendas conversaciones, chismes, bromas etc. Otras veces para conseguir una invitación, aplaudían desmesuradamente una actuación pública del que iba a invitar o representaban públicamente su gran decepción por no haber sido invitados, obligando al anfitrión, para no quedar mal, a invitarlo.
También era costumbre en ambientes altos, que un invitado de gran nivel, se llevara a un amigo o cliente sentándolo a su lado.
Cuando algo caía jamás se recogía del suelo y se volvía a poner en la mesa pues esto sería un mal augurio. Se barría. Lo vertido al suelo pertenecía al mundo de los muertos, de los manes que estaban bajo la mesa.
El ritual de lavarse las manos en cada plato aparte de la indudable función de limpieza, cumple otra espiritual pues este acto de purificación es en homenaje a los espíritus que pudieran haber sido ultrajados. Para evitar esto, también se podía tirar al suelo azafrán, condimento que era utilizado para purificar sus ritos los sacerdotes.

Durante algunas cenas, se realizaba un ritual de quema de comida (“libata”) ofrecida a los lares del hogar. También se hacían libaciones y se brindaba en gratitud a los lares o se pedía salud o buena suerte. En algunas épocas también se rendía culto ala emperador.

Por Decimus Fulvius Agricola