La palabra „banal" viene del francés y significa „acostumbrado, común". Esta se deriva de la palabra del griego antiguo „banausos", que quiere decir „artesano, aquel que lleva a cabo un trabajo con las manos". Así que un banausos era alguien que se ganaba la vida con el trabajo de sus manos, en oposición al que lo hacía con el „trabajo mental", que se ganaba la vida con la palabra oral o escrita.
En la Antigüedad, como regla general, cualquier cosa que pudiera hacer un esclavo era considerada despreciable. Y cualquier cosa que sólo pudiera hacer alguien muy rico era prestigiosa automáticamente. Si, consumo conspicuo en acción... El banausos era también lo contrario del verdadero artista (pero no del artesano, ojo), el científico, el sacerdote, el filósofo o el „sabio".
El banausos era responsable de las tareas diarias bajas, mecánicas... Con lo cual esta categoría englobaba a las mujeres por definición. Banausos o „banal" significaba plano, sin significación, soso, aburrido, común, visto, diario, tonto, burgués... Un banausos sería alguien que no tuviese idea de las cosas artísticas o espirituales, sino que siempre pensara en lo diario. Un filisteo, en el sentido que se le daba a la palabra en el siglo XIX.
El banausos era despreciado por su falta de alma y de educación por aquellos mismos que „olvidaban" en su soberbia que eran los propios banausos los que permitían que ellos llevasen su espiritual y elevada vida. Claro que estos valores pertenecen al clásico marco ideológico que justifica la esclavitud argumentando que los que la sufren son despreciables y la merecen (Jim Crow Alabama...).
En Roma este concepto griego se unió a la soberbia clasista que ya tenían de por sí (por ser claudio y no papirio, o ser de familia patricia, o ser romano y no sabino, o ser sabino, pero no como los del pueblo de al lado, etc.). Esto fue muy dañino para la ciencia, ya que hizo que los „verdaderos sabios" aborreciesen la experimentación e incluso más tarde la medición.
Aún hoy se distingue entre „ciencias puras" y (por extrapolación) „ciencias sucias o impuras o no propiamente ciencias", es decir, las „prácticas", aún cuando algunas ciencias „puras" son estudios más opinables y menos propensos a emplear el método científico de forma rigurosa.
También las artes sufrieron, ya que a cualquier artista se le podría reprochar que „se ganaba la vida con sus manos haciendo artesanía de forma mecánica". La música quedaba un poco como excepción a esta regla, ya que no producía nada tangible. Pero aún así en la Grecia helenística ya se aceptaba comúnmente que los simples „tocadores de instrumentos" o „cantantes" no realizaban tareas espirituales sino que se limitaban a mover „mecánicamente" partes del cuerpo para ganarse la vida. La numerología con la notación musical era más „espiritual" e inútil y estaba mucho mejor vista.
Hay que puntualizar que este concepto no era propiamente romano, tardó en imponerse y no lo hizo del todo. Por ejemplo, en la época de Cicerón, los patricios más boni y más optimates despreciaban a todos los trabajadores mecánicos (cosa que no les costaría mucho, ya que todos eran „gente bien" y muy dados e por sí a despreciar a amplios sectores de la población mundial como si tal cosa). Pero de este casi universal desprecio estaban a salvo curiosamente los campesinos.
Despreciar a los campesinos habría sido despreciar a sus antepasados patricios (que eran los agricultores que se opusieron a los monárquicos artesanos y comerciantes allá cuando la creación de la República), y además se argumentaba (como en la Edad Media y el Japón feudal) que el campesino, al producir lo más importante –la comida- era más respetable que el mero artesano. Este respeto a la gente de campo seguía en boga en tiempos de Augusto, cuando Virgilio compuso sus Geórgicas.
Si, Nerón fue músico, Comodo gladiador... y precisamente el concepto de “banausidad” ayudó a que estas actividades les hicieran despreciables. A cambio, cuando un emperador se animaba a echar una mano en el momento de crisis de un asedio o una batalla campal en una tarea mecánica era desproporcionadamente alabado y admirado por el gran sacrificio que hacía, rebajándose a realizar una tarea de inmediata utilidad en aras del bien público.
No sorprende que, los sacerdotes de Júpiter „flamen dialis" –cuyas filas Cesar por poco engrosó- tuvieran prohibido no sólo trabajar sino incluso ver a alguien trabajando...
Tomulus Bonus
Marcus Salix Saverius
No hay comentarios:
Publicar un comentario