Ahora vamos a tratar el Antiguo Egipto y a explicar cómo un sistema de irrigación natural completamente del de Sumeria le permitió no caer en la misma trampa hidráulica.
Recordemos que la civilización Sumeria dejó de "existir" (por culpa de la salinización progresiva de las tierras de cultivo producida por el riego artificial y el cultivo intensivo) aún cuando su lengua se hablara como “lengua de cultura” como mínimo 12 siglos después...
Hacia el 5500 a.C. tenemos las primeras evidencias arqueológicas de sociedades más o menos sedentarias en el valle del Nilo. Pero durante los casi 7000 años siguientes los egipcios consiguieron explotar la crecida anual del Nilo en una sucesión de estados (imperios faraónicos, Ptolomeos, Roma, los árabes, los mamelucos).
Bajo todos ellos cambiaron muchas cosas pero no el sistema irrigación en lo más esencial... Hasta el siglo XIX, cuando una nueva tecnología más moderna empezó a socavar el sistema.
El proceso es bien conocido: Cada año el Nilo anegaba la mayor parte de su valle bajo, depositando ingentes cantidades de cieno procedente de Etiopía y Uganda. De hecho el nombre egipcio de Egipto singifica '(tierra) negra' aludiendo al diferente color de la tierra blanca del desierto y la tierra negra del país en sí (una estrecha franja de unos 20 o 30 km de ancho lado a lado y paralela al río Nilo).
Se calcula que actualmente el cieno que arrastra el Nilo hasta Assuán es de 100 millones de toneladas, de lo que puede deducirse la superficie cultivable media que produciría. Aunque se piensa que en épocas pasadas esta cantidad fue menor.
La mayor cantidad de lluvia en las tierras altas del Nilo se producía en junio, y la crecida en Egipto a más de 3000 km de distancia llegaba a su máximo en septiembre. Los egipcios construyeron canales de desbordamiento a través de los cuales obtenían cada año un nuevo suelo rico en nutrientes. Piénsese en las diferencias con el caso mesopotámico, en el que siempre se usaba la misma tierra una y otra vez...
Este sistema funcionaba maravillosamente bien, aunque de un año a otro el volumen y la cantidad de tierra anegada cambiaban, llegando en los años de mayor crecida a destruir algunos asentamientos cercanos al río.
Debido a la estructura geológica del suelo y a haber un sistema de renuevo de las tierras proporcionado por la propia naturaleza el suelo Egipcio no padeció los problemas que encontramos en Sumeria: Al mes de la crecida la capa freática estaba más de tres metros bajo la superficie y no se producían acumulaciones de sal en las capas superiores ni afloramientos salinos como sucedería en Sumeria. El cieno Egipcio, rico en nutrientes y regularmente renovado eliminaba la necesidad de abonar masivamente y garantizaba por sí mismo la fertilidad. Esto eliminaba la necesidad de largos períodos de barbecho, que en Mesopotamia habrían sido necesarios pero no se adoptaron. Fue matar a la gallina de los huevos de oro...
La ausencia de salinidad queda demostrada por la creciente importancia del trigo en Egipto frente a la cebada. Este es el caso contrario del de Sumeria, donde finalmente sólo se acabó cultivando cebada ya que el trigo no es resistente a la salinización. La productividad del suelo Egipcio, queda probada una y otra vez: ¡Por ejemplo por el hecho de que en el siglo XVIII la producción de las cosechas del valle del Nilo era el doble de la de Francia!
Sin embargo las fluctuaciones interanuales seguían siendo importantes. Sabemos, por ejemplo, que en 1877 fue 2 m menor de lo normal y esto dejó sin agua y cieno a un tercio del valle. La tendencia general hasta entonces había sido a que la crecida fuera menor (aún así con fluctuaciones) debido a la disminución de las lluvias en la parte alta del Nilo.
Sabemos que hubo un período de crecidas excepcionalmente bajas entre el 2250 a.C. y el 1950 a.C. que provocó una gran conflictividad social y pudo influir decisivamente en el Fin Del Imperio Antiguo. Curiosamente el resurgimiento del Imperio Medio coincidió nuevamente con grandes crecidas (las que se produjeron entre el 1840 a.C. y el 1770 a.C. estuvieron casi tres metros por encima del nivel de la era moderna). Éstas, aunque serían destructivas por lo menos aseguraban agua y cieno suficientes para grandes cosechas. También hubo un descenso sustancial hacia el 1150 a.C. que pudo nuevamente influir decisivamente en un momento en que Egipto se enfrentaba a los "pueblos del mar". Egipto se volvió a dividir y de nuevo no se reunificó hasta unos 200 años después.
Claro que según algunas fuentes el auge del Imperio Medio se produce en el 1842 a.C. con Amenemhat III y la construcción del Laberinto. Es decir, antes de esas crecidas. El fin del Imperio Medio está situado en el 1790 a.C., justamente en pleno periodo de grandes crecidas. Así que con estos datos la teoría cojearía un poco.
La coincidencia de años es solo aproximada, aunque el imperio medio empezó verdaderamente en el 2052 con las grandes crecidas del 1840 a.C. a 1770 a.C. Cuando el imperio llega a su esplendor fue con Sesostris III y Amenemhat III, así que no veo que eso ponga en cuestión toda la teoría.
Evidentemente la relación entre cosechas y fortaleza política no es absolutamente determinista. De todas maneras el principal objetivo de este artículo no es tanto demostrar que la caída del imperio antiguo y medio se viera provocada indirectamente por las crecidas sino demostrar la diferencia con Sumeria (que en solo 1200 años se salinizó y pasó a ser para siempre una tierra desprovista de interés agrícola) o explicar por qué el Egipto del siglo XVIII producía el doble de cereales que la Francia de la misma época.
Asimismo esa destrucción por las crecidas estaba ya muy mitigada por la construcción previa del canal del lago Moeris, que formaba un depósito natural ante las crecidas del Nilo.
Pero el lago Moeris estaba entre la frontera entre el bajo y el alto Egipto (casi al ladito del Delta) con lo cual las obras del canal del lago Moeris en nada habrían afectado al alto Egipto (véase sobre un mapa): Siene estaba 600 km al norte del L. Moeris, Hiera Kompolis (= Nkhn) a unos 500, Tebas (= Nw't) a unos 450 km, etc. Tan solo Menphis (= Mn-nfr) y las otras ciudades del delta habrían podido aprovecharse de las obras del lago Moeris.
A pesar de las vicisitudes el sistema siguió funcionando hasta el siglo XIX, cuando se hicieron cambios de envergadura en la tecnología de riego que en un espacio de tiempo relativamente corto empezaron a tener efectos generalizados.
En la década de 1840 se construyeron los primeros riegos artificiales para ampliar la tierra de cultivo. No para cultivar comida sino para intensificar cultivos como el algodón que se demandaban en Europa. Tras unas décadas de riego artificial se consiguió una casi total salinización de las zonas de nuevo cultivo. En 1882 el experto británico Mackenzie Wallace describió las "blancas sales nitrosas que cubren el suelo y que relucen al sol como la nieve sin pisar".
A principios del s. XX se pusieron en marcha los primeros intentos de controlar el caudal construyendo la presa de Assuán. Y fue la construcción de la presa actual que se inició en los años cincuenta la que acabaría con antiguo sistema agrícola. Aunque la presa solucionó el problema de la regulación del caudal también destruyó el auténtico secreto del éxito del sistema al retener el cieno tras la presa.
Como consecuencia se perdió la fertilidad natural de la tierra y Egipto pasó a depender de caros fertilizantes. ¡Muchos de los campesinos fueran incapaces de afrontar estos gastos!
Como colofón, una anécdota divertida concerniente a los francos que intentaron invadir Egipto en la Edad Media y que me ha enviado un buen amigo:
Respecto a la peculiaridad del medio egipcio hay dos casos en la Edad Media bastante ilustrativos, los dos ambientados en las "cruzadas". Para no aburrir sólo contaré uno, a modo de anécdota.
Amalrico, hijo de Foulques y rey de Jerusalén, llega al trono en 1162. Con más voluntad que otra cosa el rey franco intentará invadir Egipto 5 veces en 6 años, con desigual fortuna. Pero la interesante es la primera.
Aprovechando la confusión política que solía reinar en el califato fatimita Foulques aprovecha nada más llegar al trono para invadir el país.
LLega a Bilbays, en uno de los brazos del Delta, e inicia el sitio de la ciudad. Los francos acampan cercando la ciudad y comienzan a instalar su maquinaria de asedio. Desde la muralla los egipcios no pueden evitar sonreírse al observar el cómico disparate. Es el mes de septiembre y sólo tienen que derribar algunos diques para que el agua empiece a anegar a los invasores.
A duras penas consiguen los voluntariosos sitiadores recoger el equipo y salir corriendo. Podéis imaginar que las carcajadas se debieron escuchar en todo el Valle...
Por Claudius Salix. Davianus
Con la colaboración de I.M.Sparsus
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